Balonmano / Asobal
Misión imposible
Granollers asalta el Príncipe de Asturias ante un desdibujado Villa de Aranda que fue un juguete en manos de su rival en la primera mitad / La reacción posterior no fue suficiente
Granollers asaltó el fortín del Villa de Aranda (28-35) en un partido sin historia en la primera mitad, con un cuadro ribereño completamente desdibujado y a merced del potente cuadro catalán. Los burgaleses reaccionaron tras el descanso, cuando la renta conseguida por los visitantes se antojaba absolutamente insalvable. Y dan un paso atrás en su lucha por la quinta plaza.
Arrolladora fue la salida de los catalanes a la pista. En apenas 30 segundos de juego fueron capaces de batir hasta en dos ocasiones la meta defendida por Rangel Luan. Y aprovechando el desconcierto de los ribereños Granollers abrió una brecha notable en el luminoso (1-5) en un abrir y cerrar de ojos.
Jacobo Cuétara tuvo que pedir de forma prematura un tiempo muerto para ajustar su sistema defensivo, pero no surtió el efecto esperado. Por lo que de inmediato volvió a parar el partido. Ni por esas, pues los visitantes anotaban con una facilidad pasmosa (3-9).
Los burgaleses estaban lejos de su mejor nivel, y ante un rival tan potente como Granollers las concesiones se pagan caras. Así las cosas, en el ecuador del primer periodo el duelo estaba ya más que decantado del bando catalán (5-12).
El Villa de Aranda se estrellaba una y otra vez contra la muralla defensiva de Granollers. Solo Peciña y Javi Muñoz parecían haber encontrado un resquicio por el que hacer daño, pero era a todas luces insuficiente. En esta tesitura el choque se había puesto prácticamente imposible para los anfitriones antes del descanso (9-21).
Part asumió el liderazgo ofensivo de los ribereños tras el paso por los vestuarios. Pero la desventaja era tan grande que Granollers manejaba la situación a su antojo y no le importaba caer en el intercambio de golpes. El Villa de Aranda había frenado la sangría y dio la vuelta a la situación con un parcial de 9-2 de salida (19-24) que daba ánimos renovados a las huestes locales. Las tornas habían cambiado por completo, ahora con los catalanes absolutamente atascados. Había partido.
Pero los tiempos muertos de los catalanes lograron frenar la reacción burgalesa y la renta se estabilizó pese a la insistencia de los anfitriones, que habían recobrado su mejor versión.
Sin embargo, su insistencia se encontró sin premio cuando Granollers taponó la vía de agua y salvó los muebles con muchas garantías en el tramo final (28-35).