EL GP DE JAPÓN
Barberá: pilotar sin dormir, pero feliz
El piloto valenciano ha sido el hombre más feliz del mundo al conducir la Ducati oficial sin haber pegado ojo en toda la noche
Puede que este sábado, tal vez, no se sabe, le entreguen el mono rojo de Ducati. Puede. Lo de Héctor Barberá ha sido un 'shock', casi un susto. "Fue, más bien, una sorpresa, un subidón, un ‘¿de verdad hablan de mí? ¿de verdad es para mí?’. Y, sí, sí, era para mí. No sabía dónde meterme. Así me fue la noche del jueves, que no pegué ojo en toda la noche", cuenta Barberá, de 29 años, nacido en Dos Aguas (Valencia), flamante piloto, virtual, del impresionante equipo oficial Ducati, que ha premiado al muchacho del 'team' Avintia con el placer de pilotar, en Motegi (Japón), la moto más poderosa de MotoGP, la impresionante Desmosedici GP-16, que supera, de largo, los 350 kilómetros por hora. Él, Barberá, que está haciendo un gran papel ¡con una Ducati del 2014!
«La potencia de está moto impresiona. Nada que ver con la mía. No es que sea una evolución de mi Ducati, no, ¡qué va! ¡qué va! Es que es otra moto totalmente distinta. De la mía solo le queda el carácter agresivo, dura de llevar, pero nada más». Barberá, el chico de moda de Motegi, el muchacho al que le ha tocado el gordo con dos meses de antelación («ni en sueños pensé en subirme a esta máquina»), tiene la voz tomada de no haber dormido bien. «Yo entiendo que la gente piense que exagero, pero para un piloto conducir una moto oficial de estas características es una meta preciosa, impensable», reconoce, sabedor de que se ha ganado la oportunidad de sustituir al italiano Andrea Iannone, al menos, en esta carrera. «Me la han dado por el buen papel que estoy haciendo en Avintia, sí, pero también porque saben que soy rápido, muy rápido».
UNA POTENCIA "BRUTAL Y BRUTAL"Asegura Barberá que vive en una nube y así es difícil hacerse, de pronto, en una hora y poco más de entrenamientos, con los mandos de semejante cohete, que Gigi Dall’Igna, jefe supremo del equipo italiano, propiedad de Audi, no le dio instrucción alguna al entregarle la moto. «No, no, no me dijo que no la rompiera (risas) y sí me comentó que me tomase mi tiempo, que no tenía nada que ver con mi Ducati». Barberá dice que lo que más le sorprendió fue la potencia «bruta y brutal» que ofrece la Desmosedici, en aceleración y velocidad punta. «El problema es que para hacer el tiempo tienes que tener un paso por curva espectacular, que es donde se hace el crono. Y para tener un paso por curva veloz, muy veloz, debes hacerte con el control de la moto, tener confianza, ser determinante a la hora de meterte en la curva sin miedo. Y, por tanto, lo primero es ser valiente y frenar lo más tarde posible. Y, de momento, no me atrevo. Ahora, me lleva la moto a mí y no yo a la moto, pero todo se andará». Este sábado llega el mono rojo. Igual cuando se vista totalmente para matar, le sale el torero que lleva dentro.