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PLAY DE ASCENSO A SEGUNDA

El cielo debe esperar

El Mirandés planta cara al Real Mallorca, pero no logra dar la vuelta a la eliminatoria / Se enfrentará al Extremadura en la próxima ronda

El Mirandés vio cómo el Real Mallorca celebró el ascenso en Anduva tras el empate.-JOSÉ ESTEBAN EGURROLA

Burgos

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CD MIRANDÉS: 0

REAL MALLORCA: 0Árbitro: Gallech Apazteguia (comité navarro). Mostró tarjeta amarilla a los locales Cervero, Romero, Melli y Rúper, así como a los visitantes Reina y Abdón Prats.CD Mirandés: Limones, Paris Adot, Kijera, David Prieto, Israel Puerto (Melli, min. 46), Fernando Llorente Romero, min. 67), Diego Peláez (Pito Camacho, min. 50), Rúper, Diego Cervero, Borja Sánchez y Yanis.

Real Mallorca: Reina, Sastre, Bonilla (Fran Gámez, min. 8), Raillo, Xisco Campos. Pedraza, Aridai (Bustos, min. 60), Salva Sevilla, Abdón Prats (Faurlín, min. 72), Álex López y Lago Junior.El ascenso del Mirandés tendrá que llegar en la reválida, por la vía complicada y más larga. Los rojillos no pudieron ayer darle la vuelta a la eliminatoria ante el Real Mallorca. Fue en Son Moix donde el cuadro de Pablo Alfaro se dejó la mayor parte de sus opciones. El fútbol profesional deberá esperar y el conjunto de Miranda está ahora obligado a superar dos eliminatorias más para regresar a la Segunda División. Ya conoce hasta a su próximo oponente. Será el Extremadura, un equipo formado con la única idea de ascender, que acabó cuarto en el grupo IVy que viene de eliminar al Fabril. Se trata de un rival muy a tener en cuenta que tiene un notable potencial. La ida se disputará en tierras extremeñas y la vuelta dentro de dos semanas en el estadio de Anduva.

En el choque de ayer ante el cuadro bermellón la escuadra burgalesa fue mejor que su oponente, pero le faltó ese gol que hubiera encendido la caldera que era ayer su estadio. Tuvo ocasiones para marcar y meter el miedo en el cuerpo a su adversario. Pero ayer el punto de mira mirandesista no estaba calibrado. Cervero estuvo muy vigilado y Yanis no anduvo fino en la finalización.

El Mirandés derrochó intensidad y fue mejor que su adversario en varias fases del encuentro. Mantuvo la calma hasta el último tercio del choque y en los últimos momentos quemó sus naves. Buscó la heroica, pero no la encontró ante un rival muy sólido que se mantuvo siempre bien posicionado y repelió todos y cada uno de los intentos castellanos.

Comienza una nueva etapa para los rojillos. Se encuentra ahora a dos eliminatorias de la Segunda División. No ha podido aprovechar el atajo, pero mantiene las opciones de ascenso.

BUEN INICIO

El Mirandés comenzó el choque con una intensidad muy alta, mientras el Real Mallorca dejó claras sus intenciones desde el inicio. El primer objetivo de los baleares era frenar la previsible salida en tromba de los de casa. Perdieron tiempo desde el minuto uno y buscaron que el partido no tuviera ritmo. Los de casa seguían a los suyo. Con un fútbol más combinativo que en Son Moix, los rojillos trataban de profundizar por las bandas. Las ocasiones brillaban por su ausencia, aunque era el cuadro castellano el que tenía la iniciativa.

El conjunto que entrena Pablo Alfaro no perdía la calma, tenía más el balón y hacía dudar a su oponente, mucho menos brillante que en la ida. El Real Mallorca no estaba cómodo y le costaba tener el balón. La primera ocasión para los burgaleses llegó en el 27 tras una buena llegada de Paris Adot por la derecha. Yanis remató de cabeza, pero no encontró la portería. La tensión aumentó sobre el terreno de juego y el partido se puso bronco. Las interrupciones beneficiaron al Real Mallorca, que tomó aire y ganó metros.

Fue en el 35 cuando los bermellones gozaron de su primera aproximación de peligro. Salva Sevilla, en una estrategia, puso un buen balón en el área. Nadie le tocó, pero se envenenó y Limones pudo pararlo en dos tiempos. El partido cambió el guión y en otro balón parado, los visitantes volvieron a asustar con un cabezazo de Xisco.

Pero la mejor ocasión de esta primera parte tuvo color mirandesista. Una arrancada plena de pundonor de Paris Adot acabó con un centro al área y con Yanis solo y con todo a favor para marcar. Pero el disparo del rojillo se fue por encima del larguero. Llegaron los mejores minutos de los de casa, que superaron de forma clara a su oponente. El Real Mallorca respiró cuando el colegiado pitó el final de la primera parte.

La reanudación comenzó con susto. Lago Junior se fue en velocidad y ganó línea de fondo. Buscó en el segundo palo a Aridai, que se fue al suelo antes de conectar con el balón. El cuadro insular pidió penalti. El empuje de Paris permitió la respuesta rojilla. El lateral entró hasta la cocina bermellona, pero su centro fue desviado a saque de esquina.

La jugada espoleó a los de casa y Pablo Alfaro le dio a su equipo un toque más ofensivo con la salida de Pito Camacho. El cuadro burgalés dio una vuelta más de tuerca a su intensidad, mientras que el Real Mallorca seguía a lo suyo, a parar el partido y que se jugara lo menos posible. El cuadro visitante comenzó a sufrir. Los balones en el área de Reina eran una constante, pero los mirandesistas no estaban atinados en los últimos metros.

NERVIOS

Los primeros síntomas de ansiedad ya se dejaban notar en las filas castellanas. Las ganas y la intensidad se mantenían intactas, pero la precipitación era evidente en algunas de las opciones. El Mirandés no era capaz de crear ocasiones claras de peligro. Forzaba saques de esquina, metía numerosos balones al área, pero no encontraba a ninguno de sus hombres. Los baleares se defendían con orden y cada minuto que pasaba estaban más convencidos de que tenían el ascenso en el bolsillo.

Los balones cada vez eran más frontales y los visitantes no daban síntomas de flaqueza. Estaban cada vez más cómodos y solventaban con eficacia cada intentona burgalesa. No quedaba otra que apelar a la heroica, que encomendarse a Cervero y su olfato goleador, pero el asturiano era el más vigilado. El Real Mallorca estaba bien plantado sobre el terreno de juego. Había replegado líneas y mostraba su versión más defensiva. El Mirandés no encontraba las fisuras, si es que existían.

La tensión aumentaba, aunque lo peor de todo es que nada sucedía sobre el terreno de juego. El fútbol del Mirandés volvió demasiado previsible y el Real Mallorca respondía una y otra vez. Todos los intentos rojillos morían en la frontal del área o eran despejados por el cuadro bermellón en el interior del área.

Melli era ya un delantero más. Y el central andaluz tuvo el 1-0 en su cabeza en el 89. Estaba solo muy cerca del área pequeña, pero mandó el balón por encima del larguero. El Mirandés desperdició la ocasión de meterse en la eliminatoria y luchar por el ascenso en los minutos de prolongación.

El conjunto burgalés mantuvo la fe y embotelló a su oponente en el área, pero no sin crear ocasiones de verdadero peligro. Lo intentó hasta el final, aunque no halló la recompensa.