BALONCESTO / COPA DEL REY
Un primer sorbo amargo
El Hereda San Pablo Burgos, siempre a remolque, se sobrepone al bombardeo exterior del Tenerife en la primera parte, pero sucumbe tras encajar un parcial de 16-0 en el tercer cuarto / Los azules lo intentaron hasta el final ante un rival que fue superior
LENOVO TENERIFE 87
HEREDA SAN PABLO BURGOS 76
Lenovo Tenerife:
Fitipaldo (18), Salin (18), Doornekamp (8), Cavanaugh (5), Shermadini (12) -quinteto inicial- Yusta (-), Huertas (9), Rodríguez (3), Butterfield (-), Sulejmanovic (10), Guerra (4).
Hereda San Pablo
: Cook (7), Benite (11), Salvó (10), Rivero (12) y Kravic (10) -quinteto inicial- McFadden (9), Barrera (-), Rabaseda (3), Infante (3), Horton (8), Salash (3) y Sakho (-).
Árbitros:
García, Perea y Padrós.
Eliminado:
El burgalés McFadden
Parciales:
25-17; 51-42 (descanso); 71-59 y 87-76 (final).
Este Hereda San Pablo Burgos promete volver a la Copa después de un estreno ilusionante que confirmó la dureza de este torneo. Una valiosa lección para el futuro.
El primer sorbo resultó amargo porque el Lenovo Tenerife fue superior a un equipo castellano obligado a jugar a remolque casi todo el encuentro. Los canarios se escaparon antes del descanso gracias al impulso del triple y después frustraron la reacción castellana con un parcial de 16-0 en el tercer cuarto que resolvió la primera eliminatoria de cuartos de final del torneo.
El equipo burgalés alimentó la esperanza con su puesta en escena. Cabía esperar una salida dubitativa y errática de un bloque que sí respondió al primer estímulo de la final. No hubo nervios, pero tampoco se vio la mejor versión del proyecto.
La sensación positiva que no tuvo continuidad. A la espera de encontrar el camino en el lanzamiento, las manos rápidas en defensa provocaron las pérdidas del Tenerife y los castellanos sí mostraron su capacidad para salir en transición en busca de puntos fáciles.
Esa pequeña fase del choque a favor de corriente fijó la única ventaja de los de Peñarroya, un 9-13 reducido a cenizas en un abrir y cerrar de ojos tras el tiempo muerto de Txus Vidorreta. El Tenerife, que hasta entonces enfocó todo su juego en los balones interiores a Shermadini, se apoyó en el triple para martillerar el aro burgalés.
Los canarios, con una escalofriante serie de 10/13 desde el arco hasta el descanso, anotaron seis de sus primeros siete intentos propulsados en la irrupción de Salin. El finlandés desató la tormenta perfecta e invitó a que otros como Cavanaugh, Fitipaldo o Sergio Rodríguez se unieran a la fiesta insular.
Cada tiro de tres convertido por el rival supuso un puñetazo en el mentón para un Hereda San Pablo obligado a reponerse en pleno bombardeo. Quiso responder el bloque de Peñarroya por la vía rápida, pero el parcial abierto de 19-4 (sin Shermadini en pista) exigía un plan de contingencia sólido.
El 28-17 iniciado el segundo periodo encendió todas las alarmas. No por la distancia en el marcador, puesto que los burgaleses castigaron cada pérdida canaria para convencerse de que el margen era salvable. El problema era que el sanador 0-7 (28-24) no sirvió para cambiar la tendencia.
Salin no tuvo piedad y el Lenovo mandó un mensaje de autoridad a un Hereda San Pablo a remolque y solo aliviado con las transiciones culminadas por Kravic. Con el noveno triple de los aurinegros la desventaja se fue hasta los 15 (41-26) con cinco minutos aún por disputar.
Al menos, los azules frenaron la sangría y dieron un pasito adelante para resistir un intercambio insuficiente, pero oportuno para seguir con vida en el partido. Si los del Coliseum querían levantar un partido muy complicado por su tendencia, el sprint final de la primera parte ofreció luz al final del túnel (51-42).
Salvado el primer match-ball, el comienzo del tercer cuarto transmitió buenas vibraciones. Kravic gobernó por un momento en la zona y la energía de Rivero asentó la mejoría de un Hereda San Pablo cuyo esfuerzo defensivo fue el adecuado.
Sin embargo, de poco sirve defender 24 segundos si el rival carga el rebote ofensivo. Paso a paso, los azules se metieron en partido y solo los puntos perdidos por el camino desde el tiro libre impidieron la remontada completa.
Con el 53-51 parecía que comenzaba un encuentro nuevo. El Tenerife no pudo mantener sus altísimos porcentajes desde el triple y la situación estaba controlada en retaguardia. Y, cuando lo mejor lo tenía, se fundieron los plomos.
Un acierto de Doornekamp y un 2+1 de Shermadini devolvieron la iniciativa a los canarios y los burgaleses se descentraron. El ataque castellano recordó al de la segunda parte de la Copa Intercontinental contra el Quimsa y eso afectó a la concentración defensiva. El rival olió sangre y exburgalés Bruno Fitipaldo orquestó la escapada definitiva de los insulares.
Fueron cinco minutos muy largos. Eternos. El San Pablo estaba desconocido y los puntos se acumularon en el marcador para encajar un doloroso parcial de 16-0 que puso el lazo al partido con 11 minutos por jugar.
Los de Peñarroya estaban eliminados con el 69-51, pero no por ello se rindieron. McFadden, inédito hasta el momento, entró en una de sus características rachas para mantener a los burgaleses con un hilo de vida. Sus 8 puntos consecutivos alargaron un poco más una esperanza, en el fondo, artificial.
Todo esfuerzo resultó inútil. Donde no llegaban los triples tinerfeños lo hacía Shermadini con su superioridad bajo los aros. Y Sulejmanovic. Y un imperial Fitipaldo.
El Lenovo siempre encontró la fórmula para mantener la distancia de seguridad (77-62). Los recursos del bloque de Vidorreta son infinitos y el Hereda San Pablo no pudo ofrecer el nivel que exigió la situación.
Los blancos se refugiaron en una defensa en zona en busca del colapso negro, pero no era el partido. Llegó el día en que un equipo burgalés debutó en Copa y no tardará en llegar el primer triunfo en el torneo. Y con la marea azul en la grada.