El derbi se tiñe de blanquivioleta

El Burgos CF Promesas volvió a encajar una derrota, pero esta vez, de esas que duelen, en un derbi regional. De nada sirvió que el Real Valladolid Promesas jugara toda la segunda parte con un hombre menos por la expulsión de Quintana, porque los burgaleses se diluyeron en superioridad y olvidaron el plan que les hizo empatar el tanto inicial de los visitantes en la primera mitad.

Con Areso y Artola en la grada, apoyando al filial, el Burgos tardó 9 minutos en encontrar fisuras en la defensa de hoy por hoy, equipo de play-off. Fue al contragolpe y solo faltó el remate de Óscar, pero el aviso, fue claro. Sin embargo, lo que llegó fue el 0-1 tras un buen balón filtrado por la izquierda que, Cédric, en semifallo, terminó enviando a la red desde el área pequeña. Imposible para Óscar López, pese a que el balón entró llorando en la cepa del palo contrario.

Con todo en contra, marcador, estado del césped, griterío en la grada y la lluvia apareciendo, el Promesas no desistió y cerca estuvo de conseguir el empate en el 28 con un gran centro desde la izquierda de López-Pinto, que Arjona remató con el interior fuera. La acción sirvió para que Burgos dejara al descubierto el potencial de esa banda y sobre todo, metiera el miedo en el cuerpo al rival.

Y precisamente por ese costado izquierdo llegó el empate, siete minutos después, con una cabalgada de Pol, que habilitó a Ethan completamente solo en la esquina del área y pese a una conducción algo defectuosa por el pasto, superó a Aceves con un disparo raso y cruzado. El tanto espoleó al Burgos en busca de la épica y los de Albistegui se volcaron en ataque. Un desmadre que dejó una ocasión para cada equipo, salvada bajo los palos. La de los locales, tras un remate de Del Cerro a la salida de un córner. Y la de los visitantes, obligó a Tito a dejarse el pellejo para desviar el remate de Cédric en el mano a mano con Óscar, cuando Castañares ya lamentaba el segundo.

La segunda mitad, comenzó con la expulsión de Quintana en el Real Valladolid, por una acción con demasiada violencia en la que el centrocampista visitante impactó con la bota en la cabeza del burgalés. Contra pronóstico hasta ahí llegó la buena imagen del Burgos, que no encontró argumentos pese a la superioridad para llegar a la meta contraría y deshacer el empate.

Con el 1-1 en el marcador se llegó al 81, minuto en el que Julio Baptista hizo gala de su banquillo dando entrada a Slavy. Un nueve puro que necesitó tres minutos para desatascar el encuentro con un remate de cabeza en el segundo palo. El derbi se tiño de blanquivioleta.