Tizona y San Pablo, abocados a otra temporada de derbis burgaleses
El San Pablo se ahoga en la orilla cuando tocaba con los dedos una final que no supo asegurar ante un Lleida que ayer se llevó el premio de la ACB mientras a un desconocido Tizona lo arrolló un "magnifico" Estudiantes, que se desinfló en la final / La próxima temporada será aún más exigente
Longevida San Pablo Burgos y Grupo Ureta Tizona. Dos equipos con planteamientos diferentes al inicio de temporada en cuanto a sus objetivos de campaña, pero que al final de curso se encuentra ante una misma oportunidad de llegar al partido decisivo y en ambos casos el desenlace fue el mismo: derrota en semifinales que les encara a pasar un año más en la LEB Oro. También es la misma la razón por la que San Pablo y Tizona se ven abocados a otro año de derbis burgaleses. Los «nervios», la falta de «calma».
El estar más pendientes de «qué nos jugamos que de cómo jugamos», como diagnosticó Diego Ocampo de los suyos pero que sirve igualmente para los de Jota Cuspinera. El entrenador del San Pablo decía en sala de prensa al término del encuentro que a su equipo le había faltado «calma», que es el mismo mal con el que saltó a la cancha el Tizona en la primera de las semifinales.
A los dos equipos burgaleses se les hizo bola el cuadro mental de verse como finalistas de la Final Four. Los unos por la enormidad que hubiera supuesto que un equipo recién ascendido desde LEB Plata, por muy fuerte que fuera aquel año, aterrizase por méritos propios en la finalísima y los vecinos del Coliseum por la responsabilidad de haber marcado, por segundo año, el ascenso a ACB como objetivo único e inaplazable.
Jota Cuspinera reconocía a los medios que su etapa se cierra sin haber logrado esa meta, como si su papel no hubiera sido fundamental para reconducir un equipo que se iba desmoronando a presionar al líder hastas el último partido y después a los playoff y la Final Four.
«Debemos estar muy orgullosos de lo que han hecho los jugadores a lo largo de toda la temporada y hoy también»
Ocampo, por su parte, manifestó con toda sinceridad el orgullo que siente por el trabajo realizado a lo largo de la temporada tanto por la plantilla, como el staff técnico y el propio club. Orgullo por la gran cantidad de victorias en los 40 partidos disputados, pero especialmente por como toda la entidad ha trabajado para consolidar una estructura de club, apostando por los jóvenes y los jugadores nacionales.
«7 u 8 jugadores clave»
Ocampo admitió que se hicieron cosas mal desde el principio pero el caracter del grupo se vio sobre la cancha. Es por eso, que el entrenador del Tizona admitió este sábado que el equipo precisa de una estabilidad en torno a una columna vertebral de «7 u 8 jugadores» que se mantenga de cara a la próxima temporada. Tras la vuelta del equipo a Burgos, a partir de hoy lunes se pondrán de nuevo a trabajar de cara a la próxima temporada y Ocampo es de esos entrenadores que no deja nada al azar por lo que no es descartable que las renovaciones se sucedan en las próximas semanas.
El técnico gallego ponderó positivamente el paso de Tizona por esta semifinal en la que admitió que se había jugado mal, pero de la que se obtendrán enseñanzas que «dejan poso» para que el equipo y el club estén mejor preparados para la próxima ocasión. «Quiero seguir viniendo» a la Final Four», confesaba Ocampo, porque es «adictivo» y porque es la «motivación» para seguir desarrollando un equipo con valores como es el Tizona.
Es ese un reto «que lleva tiempo» y al que partidos como el vivido ante Estudiantes contribuyen a dar solidez por cómo forjan el caracter del equipo. En ese sentido Ocampo destacó que se sintió orgulloso de que sus jugadores seguían presionando cuando estaban más de veinte puntos por debajo en el marcador.
Si el Tizona saltó a la cancha «nervioso» y no fue capaz ni de imponer su ritmo ni de controlar el rebote o de defender adecuadamente en un partido de esas características ante un «magnífico» Estudiantes, a Longevida San Pablo los nervios le amargaron en final del partido. Un encuento de gra igualdad en el que la iniciativa en el marcador era normalmente para los burgaleses ante un Lleida que hacía la goma en función de los apagones del conjunto del Coliseum.
«No me interesa ahora mismo mi futuro. El balance de estos dos meses es sencillo: Me voy con 9-1 y sin el objetivo cumplido»
Faltaba «calma», reiteró Cuspinera, quien ejemplificaba en los berrinches de sus jugadores por las decisiones arbitrales la fragilidad de la concentración en un partido en el que el sosiego era trascendental. Llegado el último minuto y medio, los acontecimientos se atropellaron sobre la cancha y el San Pablo que venía nadando toda la temporada para alcanzar su objetivo de ascender se ahogó ante la orilla de la finalísima.
Un Lleida que era el gran tapado y que acumulaba trece victorias consecutivas -ahora 14- pasó como un vendaval por encima de un Estudiantes que se desinfló en la finalísima pero que la vísperó desplegó ante el Tizona todo ese enorme potencial que no fue capaz de poner en juego a lo largo de una temporada caracterizada por los altibajos de todos los equipos.
De nuevo los derbis
De cara al curso que viene Burgos volverá a contar con dos equipos en la LEB Oro, categoría que pasará a llamarse Primera FEB y será aún más exigente para las plantillas. Los cambios introducidos por la nueva presidenta de la FEB, Elisa Aguilar, comprenden la desaparición de la Copa Princesa que se convertirá en una competición de cuarenta equipos.
Se llamará Copa España y la disputarán los dieciocho equipos de la LEB Oro (Primera FEB) y otros veintidós entre conjuntos de LEB Plata (Segunda FEB) y los campeones de la fase de ascenso de EBA (Tercera FEB).