Tierra de Sabor 2023
Ribera del Duero y Arlanza, las dos joyas de Burgos
Ambas denominaciones de Origen celebran una vendimia difícil pero de gran calidad
Hace 41 años la Denominación de Origen Ribera del Duero forjó un sueño que ha cumplido con creces.
Nació a golpe de rosado pero con los tintos y con su variedad Tempranillo ha descubierto y conquistado el mundo. Desde hace 4 años se ha abierto a los blancos, recuperando una variedad histórica como es el Albillo Mayor.
En este camino muchos de estos vinos han contado con el respaldo inequívoco de Tierra de Sabor, un corazón amarillo que simboliza ese esfuerzo extra de calidad que siempre abre puertas.
Sobre una superficie de 27.256 hectáreas, la Denominación de Origen Ribera del Duero cuenta a día de hoy con 7.425 viticultores y 302 bodegas. En porcentaje, los vinos tintos representan la amplia mayoría en una región vitícola marcada por el terruño y el clima.
Si hablamos de vendimia, la de 2023 ha sido una de las más complejas. Sin embargo, los astros se alienaron y tras un verano especialmente seco, las lluvias y el posterior calor obraron el milagro.
Según explican desde el Consejo Regulador, al ser una cosecha escalonada, en esta añada se podrán obtener vinos muy diferentes entre sí, con cualidades muy dispares dependiendo del terruño en el que haya evolucionado.
“Los vinos blancos y rosados se caracterizan por una gran intensidad aromática y frescura sin ser excesivamente alcohólicos, como sucederá también con los vinos tintos. Estos, a su vez, se caracterizarán por su potencial aromático, su gran estructura y complejidad. Además, los buenos equilibrios fenológicos alcanzados en la maduración final permitirán a los enólogos elaborar vinos de guarda que expresarán las principales características de la Ribera del Duero: complejidad aromática, paso largo por boca y carnosidad”, detalla el director técnico, Alberto Tobes.
En cantidad, con 117.619.302 kilos de uvas recogidos (un 12% más que en 2022), la cosecha 2023 supera las cifras de 6 campañas en los últimos diez años, pero queda lejos de campañas históricas como la de 2016, con 133 millones de kilos de uva, la de 2020, con 123 millones, o los 122 millones de 2014.
ARLANZA
En la Denominación de Origen Arlanza, en la actualidad se elabora el 60% de vino tinto, el 30% de rosado y el 10% de blancos. “En los últimos años ha aumentado la producción de vinos blancos”, explica el presidente del Consejo Regulador, Ramiro García.
En su caso, el estrés hídrico ha mermado la cosecha de tintos, pero la calidad “está asegurada”. “En general son vinos frescos, aromáticos, marcados por la altitud”, explica a sabiendas de que el “cambio climático nos ha puesto más en valor porque aquí ahora se dan mejores condiciones”.
“El fuerte contraste térmico entre el día y la noche propician un proceso de maduración de la uva lento y retardado, permitiendo unas elaboraciones de Tempranillo altamente peculiares y diferenciadas de otras zonas. Asimismo, la elevada altitud influye en la acidez, factor fundamental para la elaboración y envejecimiento de los vinos”, considera.
El vino tinto se elabora a partir de las variedades tintas: Tinta del País, Garnacha Tinta, Mencía, Cabernet Sauvignón, Merlot y Petit Verdót, con un mínimo del 50% de la variedad Tinta del País, mientras que el rosado llega de las variedades: Tinta del País, Garnacha Tinta, Mencía, Cabernet Sauvignón, Merlot, Petit Verdót, Albillo Mayor y Viura, con un mínimo del 50% de la variedad Tinta del País. En cuanto al blanco se elabora exclusivamente a partir de las variedades blancas Albillo Mayor y Viura. “Casi toda la producción se vende a nivel nacional”.
La zona de producción se sitúa en la parte centro-suroeste de la provincia de Burgos y sureste de la de Palencia.