Juana Acosta: "Mi hermano mayor se suicidó"
La actriz colombiana estrena 'Acantilado', que empieza con varios miembros de una secta quitándose la vida. "Es un tema que me toca de cerca", confiesa
Juana Acosta (Cali, Colombia, 1976) se toma las entrevistas con la prensa igual que la alfombra roja: como una cuestión de trabajo, una parte más del oficio. Si para sus apariciones de gala se prepara con su estilista, a los encuentros con periodistas llega con unas anotaciones escritas por ella misma en un folio. Armada con sus notas, pide un té verde con sacarina y empieza una conversación en la que –¡oh, milagro!– no hay límite de tiempo. Tampoco veta preguntas personales.
Pareja del también actor Ernesto Alterio, Acosta se toma en serio a la prensa, un rasgo de profesionalidad que no es precisamente el denominador común del cine español. Ataviada con un vestido ajustado, unas deportivas y una pamela, llega puntual. Estamos en el Festival de Málaga y le toca defender su nueva película, 'Acantilado', donde se ha puesto a las órdenes de la directoraHelena Taberna ('Yoyes'). Basada en la novela de Lucía Etxebarria 'El contenido del silencio', la cinta –que se estrena el 3 de junio– empieza con el suicidio colectivo de varios miembros de una secta en las islas Canarias. El cadáver de una joven que pertenecía al grupo (Ingrid García-Jonsson) no aparece. Tanto su hermano (Daniel Grao) como la pareja (Juana Acosta) creen que puede estar viva.
El cine español no suele tratar el tema de las sectas. Es muy interesante que Helena [Taberna] se lanzara a contar esta historia. Según parece, en las islas Canarias hay una gran presencia de sectas. Y en los últimos años han ido en aumento. El clima y el viento supongo que influyen.
El personaje de Ingrid García-Jonsson cae en esta red. Está sola y es un alma sensible. Está buscando una mamá. Casi todos los personajes estamos buscando una mamá. Ella sufre una carencia afectiva total, tiene algo roto en su interior. Se cuelga de mi personaje como si fuera un salvavidas.
Y se hacen pareja. La mujer a la que interpreto es alguien que decide romper con su pasado y su vida aburguesada. Se marcha a Canarias, donde vive su tío, con el que siempre ha tenido buena relación. Está cerca de los 40 y quiere rehacer su vida, partir de cero, enfrentarse a su bisexualidad u homosexualidad. Se enamora, y mucho, del personaje de Ingrid [García-Jonsson].
El filme arranca de manera brutal con varios miembros de la secta tirándose por un acantilado. ¿Los que se suicidan son débiles? ¿O hay que tener coraje para hacer algo así? Es un tema que me toca de cerca. Mi hermano mayor se suicidó hace siete años.
Lo siento, no lo sabía. ¿Su hermano, el que estuvo secuestrado en Colombia varios meses? No, el otro. Mi papá tenía cuatro hijos de su primer matrimonio. Luego se casó con mi mamá y nos tuvieron a mi hermana y a mí. Todos teníamos muy buena relación. Antes de suicidarse, mi hermano sufrió una fuerte depresión. Era corredor de bolsa y le dieron un premio, unas vacaciones en Río de Janeiro. Le dio un ictus y estuvo un mes en coma. Se quedó tocado. Hablaba mal y se fue deprimiendo. Era un triunfador, un currante, pero cayó en picado. Su mujer le dejó. Y un año después del ictus, se pegó un tiro. Fue un golpe brutal.
Qué duro. Mucho. Estábamos muy unidos. [Pide permiso para fumar]
Lleva usted 20 años en una profesión en la que, afirma, nadie le ha regalado nada. Pero es ahora cuando está viviendo su momento: ‘Velvet’, ‘Tiempo sin aire’, ‘Anna’, ‘Acantilado’… Llevo 21 años en esto. Y este 2016 es, efectivamente, un año muy importante. Estreno cuatro películas. 'Anna' es una coproducción francocolombiana que adoro. Doy vida a una madre bipolar. La acabo de estrenar en un festival de cine de Nueva York y el jurado me ha otorgado una mención especial. En Francia se estrenará a mitad de año. Y en España estoy moviendo ficha para que llegue a los cines. También he rodado 'Vientos de La Habana', con Félix Viscarret. Y 'Siete años', con Roger Gual.
Con 18 años, ya protagonizaba series en horario de máxima audiencia en su país. ¿De dónde viene esa pasión por la actuación? En mi familia las únicas actrices somos mi hermana Valentina y yo, pero mis padres siempre han sido amantes de la cultura. Mi padre murió cuando yo tenía 16 años, pero mi madre y él se separaron cuando tenía 6, así que siempre viví con mi mamá. Es una mujer inteligente, culta y con la mente muy abierta; una gran amante del cine. Tuvo una agencia de viajes y disponíamos de billetes gratis, así que mi hermana y yo viajábamos por todo el mundo. Cuando cerró la agencia, mi mamá se dedicó a la restauración de muebles antiguos y recorrió Europa.
¿Y dónde vive ahora? En Madrid. Cuando yo me vine acá, hace 16 años, ella me siguió un año después. En ese momento mi hermana, que estaba formándose en Londres, se vino también a Madrid y mi madre dijo que nos acompañaría. A los dos años, Valentina emprendió el vuelo ella solita. Me dolió en el alma que se marchara, pero le está yendo muy bien en Colombia. Mi mamá se enamoró de un valenciano, que tiene tres hijos, e hicimos una familia. Los domingos hay paella en su casa.
¿Qué queda de la chavalita que cogió una mochila y se fue, a mitad de carrera, a recorrer Europa? Mucho. Mi esencia y mi optimismo. Nunca tuve el sueño americano. Cuando terminé el colegio, me fui un año a EEUU para aprender inglés. Iba a estudiar Bellas Artes en mi país y me dediqué a ver exposiciones. Aproveché para conocer el país, pero me di cuenta de que no era el sitio donde quería criar a mis hijos. Siempre me atrajo más la cultura europea, el cine europeo. Mi sueño no era el americano, sino el europeo.
Pero regresó para terminar la carrera. En la universidad solo me dejaban un año para acabar. Y, además, se me acabó el visado y el dinero. Justo antes entré en la escuela de interpretación de Juan Carlos Corazza. Volví a Colombia. Estuve tres años. Terminé Bellas Artes, hice tres películas y dos obras de teatro. Y en el año 2000, dije: "Voy a terminar mi carrera de actriz". Cuando acabé la escuela, regresé a mi país. Me ofrecían guiones y me echaba a llorar: no había estudiado tanto para hacer culebrones. Y, sin tener nada en España, volví a hacer las maletas. A los dos meses conocí a Ernesto [Alterio, su pareja y padre de su hija, Lola, que tiene 10 años]. Y ya llevo 16 años trabajando aquí.
Se ha convertido en una apuesta segura en cualquier alfombra roja. Gracias. Creo que es algo que forma parte del trabajo. Las actrices internacionales siempre están impecables. ¿Por qué nosotros no?
Cuenta con un estilista. Hace unos siete años tomé una decisión. Me invitaban a eventos, veía luego las fotos y me horrorizaba. Y pensé que esto había que hacerlo bien. Cuidar mi imagen está empezando a generar interés por parte de las grandes marcas. Freddy Alonso se puso en contacto conmigo a raíz de unos Goya. Me ha pillado muy bien el punto. No me gusta sentirme disfrazada. Cuando llegué a España nadie me dejaba un 'chanel' ni un 'gucci'.
¿No? No sabe lo que es ese mundo. Las marcas de lujo solo trabajan con algunas 'celebrities'.
¿Es verdad que la reina Letizia le dijo que tenía una melena preciosa? Sí (risas). Fue en una ceremonia en el Palacio Real con motivo de la visita del presidente de Colombia. Me metió la mano en la cabeza y me dijo: "¡Menudo pelazo!". Los Reyes me parecieron cercanos, amables y encantadores. Para mí, que soy de Colombia, la monarquía es Disneyland. No lo tengo incorporado en el ADN. Les di la mano, pero no hice reverencia.