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Europa selecciona dos innovaciones de la UBU sobre seguridad alimentaria

El proyecto H2020-NOVATERRA pretende crear un enfoque más global para garantizar tanto la seguridad alimentaria como las directivas de la Unión Europea para el uso sostenible de los plaguicidas

Gonzalo Sacristán Pérez Minayo, director del proyecto Novaterra en la UBU.TOMÁS ALONSO

Publicado por
María Merino
Burgos

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En la actual agricultura, el uso de productos fitosanitarios ha sido una práctica común para proteger los cultivos de plagas y enfermedades. Sin embargo, el uso excesivo e indiscriminado de estos productos ha generado preocupaciones significativas sobre su impacto en el medio ambiente, la salud humana y la biodiversidad. A medida que aumenta la conciencia sobre estos efectos negativos, se hace imperativo buscar alternativas sostenibles y estrategias eficaces para reducir su uso.

El Proyecto Novaterra (Integrated Novel Strategies for Reducing the Use and Impact of Pesticides, Towards Sustainable Mediterranean Vineyards and Olive Groves) es un proyecto europeo H2020, en el que participan una veintena de socios de seis países europeos: España, Francia, Portugal, Italia, Grecia y Bélgica.

El principal objetivo de Novaterra es lograr la reducción del uso y de los impactos negativos de los productos fitosanitarios (contentious plant protection products, PPP) para el manejo integrado de plagas, enfermedades y malas hierbas en dos de los principales cultivos mediterráneos en Europa, viñedo y olivar. Lo que se pretende es desarrollar una serie de estrategias novedosas, integradas y sostenibles, técnicas y económicamente viables, para los cultivos mencionados con anterioridad. Dentro de estas estrategias se han tenido en cuenta también aspectos relacionados con la Microbiología, evaluándose diferentes bioproductos de base microbiana.

Gonzalo Sacristán Pérez Minayo, es el coordinador de la UBU de este proyecto, y explica que dicha coordinación surgió de su colaboración con sus compañeros del Grupo de Investigación UBUCOMP pertenecientes mayoritariamente al área de Edafología y Química Agrícola.

Su trayectoria investigadora en la UBU se ha adscrito desde el inicio al Área de Microbiología vinculado siempre al estudio de los microorganismos que son capaces de producir numerosos efectos beneficiosos. Hay que tener en consideración tanto a los microorganismos beneficiosos como a los patógenos, apunta Sacristán, llevando a cabo una gestión y control microbiológicos exhaustivos de éstos últimos, principalmente en la alimentación. Una vez conocido el “comportamiento” de los microorganismos dañinos, se puede fomentar el de los beneficiosos y potenciar su empleo tanto en el sector alimentario como en el agrario. Sacristán empezó trabajando con microorganismos probióticos, microorganismos muy beneficiosos y muy utilizados en la alimentación. Por ejemplo, cepas probióticas directamente (Bifidobacterias, Lactobacilos, etc.) o las sustancias beneficiosas que producen, denominadas bacteriocinas. Estos probióticos son capaces de “mantener a raya” a patógenos alimentarios tales como Salmonella o especies de Clostidrium. Posteriormente, sus estudios fueron centrándose en una Microbiología Agroalimentaria, mediante la cual se potencia la actividad beneficiosa en el ecosistema edafo-ambiental.

Al estar siempre vinculado al área de Edafología y con el apoyo del personal de la OTRI de la UBU, pudieron concursar a la convocatoria H2020 de manera conjunta con otros socios, no solo Universidades y Centros de Investigación sino que también con otras empresas biotecnológicas, desde medianas hasta multinacionales relacionadas con los sectores vitivinícola y oleico. Más adelante, Rocío Barros y su Grupo del ICCRAM, miembros de la UBU, se incorporaron a su grupo de trabajo como colaboradores.

El proyecto Novaterra cuenta con tres pilares fundamentales, asevera Sacristán, en primer lugar, la introducción de productos alternativos a los existentes, bien reduciendo éstos o bien reemplazándolos. Varios de estos productos son bioproductos de base microbiana empleados por su capacidad bioestimuladora, biofertilizadora y/o bioprotectora. En segundo lugar, el desarrollo de la denominada “smart farming”, la agricultura de precisión mediante el diseño de un robot para las labores en campo. Y en tercer lugar, no menos importante que las anteriores, la implantación de nuevas estrategias de manejo del suelo en la reducción de la carga de fertilización nitrogenada e incrementando la biodiversidad funcional del viñedo y olivar. En este tercer punto, es donde se ha estudiado la eficacia de la biofertilización microbiana y donde también se han incorporado microorganismos como bioestimulantes.

El establecimiento de estos ensayos experimentales dentro del Proyecto Novaterra surgieron de la necesidad de buscar nuevas soluciones a los problemas medioambientales en viñedo y olivar. Tras varias campañas de investigación en estos cultivos, tanto en España, Portugal como en Italia, se han podido comprobar las ventajas de la introducción de cubiertas vegetales. Se ha llevado a cabo un seguimiento del cultivo, anotando diversos parámetros de calidad y productivos de los cultivos. También se ha muestreado el suelo a diferentes profundidades con la finalidad de estudiar diversas actividades enzimáticas así como la respirometría edáfica, es decir, la presencia de los microorganismos presentes en el medio edáfico. De este modo, es posible analizar la actividad y biomasa microbianas presentes en estos tipos de suelo.

En cuanto a la participación y coordinación de las distintas Universidades, Sacristán nos cuenta que en estas innovaciones han participado investigadores de Portugal (Instituto Politécnico de Bragança), Italia (Universidad Católica Sacro Cuore) y la propia UBU. Desde el inicio del proyecto han mantenido numerosas reuniones; en los inicios fueron por videoconferencia debido a la crisis sanitaria COVID-19, estableciendo diversos casos de estudio con protocolos similares en todos los países implicados. Se reunían mensualmente todos los miembros del Paquete de Trabajo 4 con la finalidad de compartir el desarrollo de los ensayos, exponiendo dificultades encontradas, imprevistos y también buscando posibles soluciones.

De manera presencial han mantenido Jornadas de trabajo en la ciudad de Bragança y Bolonia con la previsión que la próxima Jornada se celebrará este próximo verano en la ciudad de Barcelona.

En los ensayos de campo de Novaterra que han realizado durante estos años, han introducido microorganismos beneficiosos que juegan un papel importante, ya que se fomentan las capacidades bioestimuladoras, biofertilizadoras y bioprotectoras.

En cuanto al manejo de las cubiertas vegetales, los beneficios son numerosos, desde el mantenimiento de la estructura del suelo (sin pérdida de éste y de agua), el de la humedad edáfica hasta el incremento de la biodiversidad florística así como el fomento de la fauna auxiliar de estos ecosistemas. De hecho, se incrementa el número de enemigos naturales ya que estas cubiertas les sirven de refugio, alimentación y de reproducción. También cabe destacar que con un manejo sostenible de estas cubiertas se puede llegar a controlar a las denominadas “malas hierbas”, algunas de ellas resistentes a herbicidas.

La idea de futuro, afirma Sacristán, es continuar desarrollando estrategias sostenibles en diferentes áreas agroalimentarias; especialmente, estudiando y entendiendo a los microorganismos beneficiosos presentes en el medio ambiente con el objetivo de lograr la eficacia en el ámbito agroalimentario. Además, pretenden participar en varios proyectos donde la Microbiología junto a otras herramientas, como la Robótica o la Inteligencia Artificial, con el objetivo de mitigar la actual crisis climática.