El Correo de Burgos

Un estudio de la UBU logra datar la época Neandertal con una precisión inédita

Publicado en la prestigiosa revista Nature, puede transformar la manera de analizar ocupaciones neandertales

Ángela Herrejón-Lagunilla encabeza esta investigación de la Universidad de Burgos.

Ángela Herrejón-Lagunilla encabeza esta investigación de la Universidad de Burgos.ECB

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María Merino
Burgos

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La arqueología, como ciencia que estudia las sociedades humanas a través de sus restos materiales, ha avanzado considerablemente en las últimas décadas, especialmente en lo que respecta al estudio de los neandertales. Estos homínidos, que habitaron Europa y Asia occidental desde hace aproximadamente 400,000 hasta hace unos 40,000 años, han sido objeto de numerosas investigaciones que han transformado nuestra comprensión sobre su cultura, habilidades y forma de vida.

Hasta hace relativamente poco, los neandertales eran vistos como primitivos y poco sofisticados en comparación con los humanos modernos. Sin embargo, descubrimientos recientes han revelado que eran capaces de crear herramientas complejas, utilizar el fuego, y posiblemente tener algún tipo de comunicación simbólica y arte. Y es precisamente en el fuego en lo que se ha centrado este innovador estudio para conocer más acerca de estas poblaciones prehistóricas.

Un equipo interdisciplinar conformado por investigadores de la Universidad de Burgos, la Universidad de La Laguna, la Universidad de Valencia, la Universidad de Alicante, la Universidad Complutense de Madrid, y el Instituto de Geociencias, ha logrado determinar con enorme precisión el tiempo mínimo transcurrido entre varios fuegos neandertales, vinculados a asentamientos temporales de mayor o menor duración, en el yacimiento de El Salt (Alcoy, Alicante).

Esta investigación, encabezada por la investigadora de la UBU Ángela Herrejón-Lagunilla, comenzó a gestarse durante su tesis doctoral. Sus directores le propusieron el estudio arqueomagnético de hogueras (“hogares”, como se llaman en jerga arqueológica) de El Salt para intentar afinar el contexto temporal de los materiales arqueológicos que allí aparecían. La propuesta inicial era más sencilla, nos cuenta Herrejón-Lagunilla, ya que en principio “solamente” intentaban identificar si había diferencia temporal entre los fuegos del yacimiento. Con el tiempo, comenzaron a plantearse la posibilidad de estimar cuantitativamente el tiempo mínimo que había pasado entre un fuego y otro. Comenzaron a desarrollar la propuesta y en ese proceso, fueron planteando la colaboración con los demás compañeros que firman el trabajo para llevarlo un paso más allá.

La técnica arqueomagnética se basa en que los materiales arqueológicos quemados pueden registrar la dirección e intensidad del campo magnético terrestre gracias a los minerales ferromagnéticos que contienen. Estos minerales, al calentarse a altas temperaturas, adquieren una magnetización paralela y proporcional al campo magnético terrestre, que se mantiene «bloqueada» al enfriarse y puede perdurar millones de años. Teniendo en cuenta que el campo magnético terrestre experimenta variaciones a lo largo del tiempo, han desarrollado un método de cálculo de las velocidades de cambio para inferir el tiempo mínimo transcurrido entre fuegos en función de su registro magnético. Además de esta novedosa aplicación del arqueomagnetismo para el estudio, Herrejón-Lagunilla destaca la combinación de dicha técnica con la arqueoestratigrafía, que permite analizar la posición de los materiales arqueológicos en el plano vertical e identificar qué materiales son más antiguos y cuáles más recientes. Gracias a los análisis arqueoestratigráficos han podido ordenar de manera relativa los hogares de El Salt, lo cual es el paso previo a la estimación del tiempo mínimo entre ellos. Esta sinergia de ambas disciplinas ha resultado clave en el trabajo.

Las tecnologías utilizadas para este estudio han sido distintas en función del objetivo a analizar. Se usó un magnetómetro criogénico, un aparato muy sensible, que permite medir magnetizaciones remanentes más pequeñas que otros tipos de magnétometros. Además, para obtener las direcciones paleomagnéticas, paradójicamente se necesita destruir progresivamente la magnetización remanente original. Para realizarlo se han usado desmagnetizadores térmicos que permiten calentar las muestras a la temperatura que se necesite en campo nulo (es decir, están aislados para evitar la influencia del campo magnético terrestre y otros campos magnéticos que pueda haber en el entorno de experimentación). Por otro lado, para analizar las propiedades magnéticas de los minerales contenidos en las muestras, se ha utilizado la balanza de traslación de campo variable del Laboratorio de Paleomagnetismo de la UBU, que permite hacer diferentes experimentos aplicando campos magnéticos y/o variando la temperatura.

La metodología de excavación en El Salt ha influido también en la información obtenida, ya que considera el fenómeno del “palimpsesto”. El palimpsesto hace referencia a depósitos de materiales arqueológicos que, debido a los procesos humanos y/o de origen natural, se presentan bajo una apariencia de sincronía (en una misma superficie o dentro de una misma unidad) pero en realidad pueden haberse depositado a lo largo de un tiempo indeterminado. Aunque es un tema debatido, los resultados obtenidos apuntan en esa dirección. Los materiales estudiados estaban en unos pocos centímetros de sedimento, y era difícil distinguir distintos aportes a priori. Sin embargo, mediante una excavación minuciosa, observando cambios en la textura y color del sedimento, y tomando coordenadas tridimensionales de los materiales, junto con análisis arqueostratigráficos y arqueomagnéticos, han conseguido identificaar diferencias en los depósitos.

Las conclusiones a las que se han llegado con este estudio son diversas y muy valiosas, por un lado, se ha inferido que se necesitaron al menos dos siglos para que se formara la secuencia de hogares estudiada. Esto tiene implicaciones a la hora de estudiar los materiales arqueológicos asociados, pues se deben interpretar considerando ese contexto temporal. No es lo mismo interpretar que existe un determinado comportamiento humano o que existe mayor o menor variabilidad en las actividades humanas considerando que todos los materiales son sincrónicos o muy cercanos en el tiempo, a hacerlo teniendo en cuenta que pasaron al menos dos siglos.

El siguiente paso, según Herrejón-Lagunilla es combinar los nuevos resultados con los datos de otras disciplinas para estudiar más directamente el comportamiento humano. La combinación con otros proxies puede ayudar a afinar más la interpretación (por ejemplo, ver si se identifican distintos eventos de ocupación dentro de la secuencia estudiada, si se observa algún tipo de evidencia de abandono del yacimiento entre fuegos, etc.).

Viendo los resultados obtenidos y el potencial de la propuesta metodológica, decidieron enviar el trabajo a una revista como Nature, considerada de alto impacto en el ámbito científico y en la que las tasas de aceptación son muy bajas. Finalmente fue publicado, suponiendo un reconocimiento a los esfuerzos hechos durante años. Herrejón-Lagunilla añade que gracias a esta revista, el estudio llegará a más gente, incrementando las posibilidades de que haya más personas que sigan trabajando (o empiecen a trabajar) en esta línea. Ya sea para mejorar el método, para refutar alguna de sus ideas o para proponer otras metodologías nuevas, lo cual resulta increíblemente beneficioso para el avance del conocimiento.

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