TERRORISMO ISLÁMICO EN ÁFRICA
Embarazadas por Boko Haram
Más de 200 mujeres y niñas rescatadas por el Ejército nigeriano están embarazadas, según Naciones Unidas. «Se turnaban para dormir conmigo», relata una muchacha liberada
«Fui secuestrada hace seis meses, cuando nuestro pueblo fue invadido por Boko Haram. Me enviaron a un bosque cerca de Camerún. Me convirtieron en una máquina sexual. Se turnaban para dormir conmigo. Uno tras otro. Ahora estoy embarazada y no puedo identificar al padre». Este relato pertenece a Asabe Aliyu, de 23 años y madre de cuatro hijos, liberada este fin de semana por el Ejército de Nigeria. El suyo es un relato sobre la brutalidad de Boko Haram. Con ella y con las cientos de mujeres que ha ido secuestrando.Los testimonios recabados en los últimos días por varios medios internacionales que han llegado al campo de refugiados de Yola, adonde fueron trasladas las mujeres y las niñas liberadas en el bosque de Sambisa, al norte de Nigeria, hablan de un trato inhumano, golpes diarios y abusos sexuales constantes. Según las crónicas, la mayoría de estas personas llegaron con aspecto demacrado, agotadas, enfermas, con evidentes síntomas de malnutrición.De las 700 mujeres y niñas que han recobrado la libertad, más de 200 están embarazadas, según el Fondo de Población de Naciones Unidas (FPNU). El diario nigeriano Vanguard precisa que solo en uno de los campamentos son 214.Desde Lagos (Nigeria), el director ejecutivo del FPNU, Babatunde Osotimehin, explicó que en el 2014 su organización se hizo cargo de más de 16.000 embarazos de mujeres en el noreste de Nigeria, la zona en la que Boko Haram concentra sus ataques. Osotimehin afirmó que el FPNU ha puesto en marcha un equipo para colaborar con las autoridades nigerianas y apoyar a las niñas violadas, que afrontan «un grave trauma psicosocial».Los relatos de estas mujeres sobre las condiciones de su cautiverio son terribles. «No nos permitieron mover ni un metro. Si necesitaba ir al lavabo, te seguían. Nos tenían atadas», contó Asabe Umaru, de 24 años, a la agencia Reuters. A la misma agencia, otra mujer llamada Cecilia Abel explicó que su marido y su hijo fueron asesinados en su presencia antes de ser arrastrada al bosque con sus ocho hijos. Cuando los militares la liberaron, llevaba dos semanas sin apenas comer. «Nos daban solo harina de maíz por las tardes. Muchas de los que fueron capturadas murieron en el bosque».Algunos de los niños eran como «pequeños esqueletos con colgajos de piel que les daban aspecto de seres ancianos», según relató la reportera de Associated Press, Michelle Faul. tras visitar el campo de refugiados nigeriano. Pan y tazas de té fueron los primeros alimentos que les ofrecieron.Alami Musa, de 27 años, explicó que muchas mujeres fueron forzadas a casarse con guerrilleros. Ella se salvó. «Cuando se dieron cuenta de que estaba embarazada, me dijeron que aquello era obra de un infiel, mi marido, y lo mataron. Me dijeron que una semana después de dar a luz me obligarían a casarme con un comandante. Hace tres noches se produjo el parto y al día siguiente vinieron los militares a rescatarnos», dijo a la BBC.Morir a pedradas
La operación del Ejército nigeriano resultó ser bastante sangrienta. Así lo contó a Reuters Asabe Umaru. «Cuando vimos llegar a los soldados levantamos nuestras manos y pedimos ayuda a gritos. Los guardianes de Boko Haram nos exigieron que fuéramos con ellos y como nos negamos, porque sabíamos que nos venían a rescatar, empezaron a apedrearnos».Un buen número de mujeres murieron a consecuencia de esas piedras. Algunas otras fallecieron atropelladas por los tanques del Ejército. «Al principio no se dieron cuenta de que no éramos enemigos», apuntó Umaru.Amnistía Internacional estima que los insurgentes han secuestrado a más de 2.000 mujeres y niñas desde principios del 2014. Muchas han sido utilizadas como esclavas sexuales, cocineras y escudos humanos. La mayoría de las liberadas a lo largo del fin de semana proceden de Gumsuri, un pueblo cercano a Chibok, donde fueron secuestradas más de 200 en una escuela hace un año, una acción que movilizó a la comunidad internacional para reclamar su inmediata liberación. Por ahora, sin suerte.