EL RETO YIHADISTA
Los belgas entre la resignación y el desconcierto
La mayoría de la población intenta organizarse como puede al cierre de escuelas y a la parálisis del centro de la ciudad
Cuarto día de máxima alerta en Bruselas y segundo sin escuelas lo que ha trastocado completamente de nuevo la vida de muchas familias obligadas a hacer malabarismos para gestionar niños y trabajar al mismo tiempo. Quienes han tenido la opción del teletrabajo -funcionarios públicos, trabajadores de las instituciones europeas o grandes empresas- lo han hecho, quien no ha tenido más remedio que ir a trabajar se ha visto obligado a buscar alternativas en una ciudad que recupera su normalidad pero que sigue a medio gas. El pequeño comercio abierto, la gran mayoría de grandes almacenes y calles comerciales, cerradas a cal y canto.En la calle Neuve, una de las principales arterias comerciales del centro de la capital, solo habían levantado la persiana esta mañana cinco tiendas, entre ellas la de la cadena española Mango. El centro comercial City2 optaba por mantener un día más sus puertas cerradas, lo mismo que la mayoría de los comercios de las galerías de La Reina salvo dos enseñas belgas de lujo como son la tienda demarroquinería Delvaux y de chocolates Pierre Marcolini. En otras zonas vigiladas de la ciudad como el barrio europeo la mayoría de las pequeñas tiendas, bares y restaurantes ya abrieron sus puertas ayer. MENOS GENTE DE LO HABITUAL“Estamos un poco a la expectativa de a ver qué pasa pero nosotros vamos a trabajar”, explica la dueña de la floristería de la calle Froissart, que tiene su entrada frente a la sede del Consejo de la Unión Europea. Admite que se nota mucha menos gente de lo habitual y una caída en las ventas, reflejo evidente de que muchos funcionarios y trabajadores de la zona han optado por trabajar desde casa. “Yo voy a hacer teletrabajo hasta el miércoles pero es normal que tengamos miedo. Mañana los niños pueden ir a la escuela pero se mantiene la alerta 4 hasta el lunes”, advierte una funcionaria con un niño pequeño que ha aprovechado el recurso que ofrecen las instituciones europeas a sus trabajadores.Otros lo han tenido este segundo día sin escuelas algo más complicado. “Nos dijeron que ayer lunes podíamos trabajar desde casa como excepción pero que para el resto de la semana tendríamos que organizarnos”, cuenta Sian Hughes, cuya empresa tiene sede en Louvain La Neuve, y que asiste perpleja ante lo que considera una falta de comunicación de las autoridades y de muchas escuelas. “En mi caso todavía no sabemos qué medidas de seguridad adicionales se van a tomar en los colegios, nadie nos ha explicado, nadie nos ha llamado. En el Reino Unido existe un sistema que permite informar a todos los padres sin tenerlos que llamar uno por uno”, cuenta exasperada y frustrada por una situación muy difícil de explicar a los niños. “Es difícil encontrar el equilibrio sin entrar en la histeria”, añade. INQUIETUD DE LOS PADRESSegún cifras dadas por el alcalde de Bruselas, Ivan Mayeur, en la capital cuentan con 35.000 alumnos de primaria, secundaria, centros de formación y universidades y un personal docente de 5.200 personas. “¿Hacía falta cerrar las escuelas?”, se preguntaba esta mañana en una entrevista radiofónica. “Nosotros teníamos otro punto de vista. Pensábamos que podía funcionar, que había que evitar que los jóvenes estuvieran dispersados por la ciudad, que la escuela era un lugar más seguro”, reprochaba el regidor socialista que insiste en que la solución pasa por una medida como la utilizada en París, con perímetros de seguridad en torno a las escuelas, más policías y dejar de lado ideas como la construcción de búnkeres en las escuelas. “Hay que evitar histerismos y volverse razonables", añade.La mayoría de los belgas asiste, sin embargo, con resignación a esa falta de información de las autoridades y a la poca coherencia de las decisiones. “Ayer me cancelaron una sesión de rehabilitación que tenía en la clínica Saint Luc pero hoy la cita que tenía con el traumatólogo se ha mantenido. Registraban las bolsas de quienes entraban en el hospital pero no entiendo sinceramente que ha cambiado entre ayer y hoy en términos de seguridad.”, cuenta Mark Martin, un trabajador expatriado.