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Felipe González dice que Latinoamérica vive otro "Mayo de París"

El expresidente del Gobierno de España advierte de que el estallido social que se está dando en algunos países de América Latina puede propagarse como el de Francia de 1968

Felipe González, expresidente del Gobierno de España.-EFE

Felipe González, expresidente del Gobierno de España.-EFE

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El expresidente del Gobierno español Felipe González (1982-1996) aseguró que no se puede atribuir la convulsión social de América Latina, a conspiraciones del extranjero, sean de izquierda o de derecha y dijo que hay que buscar el origen de las protestas en otras causas."Lo primero que me gustaría decir es que las teorías conspiratorias externas para explicar algunos de los problemas internos hay que limitarlas a sus justos términos", manifestó González a Efe en Bogotá, donde presentó el proyecto político "Palancas, la revolución de las pequeñas cosas", iniciativa de la fundación que lleva su nombre.González afirmó que en las protestas que desde hace meses sacuden a países como Ecuador, Chile, Bolivia o Colombia, hay elementos que pueden ser "comunes" y otros "que diferencian la situación de un país de otro", pero en cualquier caso no son producto de una conspiración externa."Si hay una reacción popular contra un Gobierno que consideramos (...) popular progresista, pues buscamos como responsable al imperialismo, si hay una reacción popular contra un Gobierno que consideramos, algunos dicen neoliberal o de derecha, pues buscamos al responsable castrochavista. Esto es un poco de broma", declaró el ex dirigente socialista.¿Otro mayo de París?El expresidente del Gobierno, que tiene una estrecha relación con América Latina, considera que guardadas las diferencias, la agitación actual es un fenómeno similar al Mayo de 1968 que comenzó en París y se propagó por medio mundo.Esto "me recuerda, 'mutatis mutandis', lo que pasó en el año 68 en el siglo pasado. De pronto había una revuelta en Berkeley (EE.UU.), una revuelta en París, los sistemas eran democráticos pero no idénticos, pero hubo un revuelta en Tlatelolco (México) contra lo que algunos consideraban la dictadura perfecta del PRI (Partido Revolucionario Institucional) y hubo una Primavera de Praga contra el sistema comunista", afirmó.González explicó que aquellas revueltas tenían "una connotación antisistema sea cual fuere el sistema", mientras que lo que sucede en América Latina "tiene elementos de percepción, de incertidumbre, porque se redistribuye mal el ingreso y la gente ve que la revolución tecnológica la puede sacar de un futuro más cierto", esos son los "elementos comunes".Sufre la democraciaAl margen de eso, se ven manifestaciones "en Hong Kong (...) o lo que pasa en las calles de París con los chalecos amarillos, pero también se pueden ver todos los días lo que pasa en Barcelona o en Cataluña, por tanto no es un problema latinoamericano", agregó.Si bien el expresidente considera estas demostraciones populares "una onda larga de aquello que pasó en el 68 que era antisistémico", le preocupa como demócrata que los sistemas que más están sufriendo son los de "la democracia representativa" porque empiezan a producirse "tentaciones autoritarias"."Y yo pertenezco a ese grupo humano en que cuando hay un ascenso del autoritarismo de izquierda yo soy un 'socialtraidor' al que hay que eliminar, y cuando hay un ascenso del autoritarismo de derecha yo soy un compañero de viaje cómplice del castrochavismo", comentó en tono de humor.Su fundación PalancasEl ex dirigente socialista, que se define a sí mismo como "un reformista" que quiere "que la política de reforma mejore las condiciones de vida de la gente", piensa aplicar esos principios en "Palancas", la iniciativa de la Fundación Felipe González que presentó en Bogotá en sociedad con la Universidad de los Andes, Bancolombia y la Fundación Botín.Con "Palancas" buscan proponer pequeños cambios que impulsen transformaciones en la sociedad civil para responder a las necesidades de la gente. "Me siento tan huérfano de representación como un milenial de 25 años", dijo el expresidente, de 77 años, que se considera "un viejo político pero no un político viejo".

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