LA BODEGA
Esencia y Terruño
La bodega revoluciona su filosofía vitivinícola y se basa en sus 520 hectáreas de viñedo para redefinir sus elaboraciones, dando vida ahora a vinos modernos en los que la fruta se impone gracias a maceraciones cortas y a vinificaciones a la carta, con un renovado espíritu innovador
El mar de viñas que la bodega PradoRey (RealSitio de Ventosilla) dibuja jugando con las márgenes delDuero en la localidad burgalesa de Gumiel del Mercado constituye la mayor finca vitivinícola de Castilla y León. Su amalgama de suelos y orientaciones se traduce además en un puzzle de terruños, variedades y orientaciones que marcan el devenir de esta histórica finca.El predio, surcado por los cauces del Duero y del Gromejón, es la mayor finca de Castilla yLeón: más de 3.000 hectáreas de superficie, de las que 1.500 son de monte y el resto de cultivos en los que sobresale la viña, con más de 520 hectáreas que se comenzaron a hincar hace casi tres décadas y que han enraizado profundamente.Estas tierras, que pertenecieron a la corona de los Reyes Católicos hasta 1521 y en las que el primer Duque de Lerma, su siguiente propietario, construyó un hermoso palacio herreriano que luce hoy todavía soberbio, comenzaron a poblarse de cepas en 1988, antes de que el boom de la Ribera delDuero multiplicase proyectos y plantaciones. Los siete pagos iniciales de Hoyo Dornajo, El Pino,Los Robles, Prado del Rey, La Mina, Salgüero oValdelayegua se poblaron de tinto fino, cabernet o merlot y los PradoRey, su principal marca comercial, comenzaron a acaparar espacio en lineales, barras de bares y cartas de restaurantes.Una época dorada en la que los números, los mercados y las elaboraciones seguían multiplicándose pero que en cierta medida llevó a la bodega a una pérdida de identidad. Hoy, la filosofía ha cambiado.Desde la añada 2014, la bodega ha puesto en marcha una nueva revolución, como la que le llevó a lanzar el primer tinto roble al mercado –hoy es la categoría reina en ventas en esta denominación de origen–. Y ésta se basa en el viñedo:cada vino nace en la cepa.Por ello, la bodega no ha tenido problema en arrancar –y replantar en otras zonas más óptimas– 25 hectáreas cuya calidad no consideraban óptima y gestionan exhaustivamente su mar de viñas, repartido por los siete pagos iniciales a los que se ha sumado un octavo, Recorba. Las extensiones de estos viñedos oscilan entre 25 y 110 hectáreas y, a su vez, están microparcelados para que el control desde la viña sea absoluto, con estudios continuos sobre el terreno, el último para conocer su mineralidad.De esta manera, la recolección se planifica en función del suelo, de la variedad, de la altitud y del destino final de la uva, de modo que la vendimia tradicional aquí ha pasado a la historia. Con esta nueva filosofía, su joven roble, el buque insignia de la casa en el mercado, es el resultado de tres vendimias:una primera –la que realizan también para Lía, el primer blush rosé ribereño– con la uva un poco más verde con la que consiguen mostos con notas florales y herbáceos florales, con más acidez, ligereza, menor grado y un carácter vegetal poco habitual por estos lares. Una segunda que se realiza alrededor de semana y media después y donde los aromas florales dan paso a notas de fruta roja y algo de negra, con una fruta fresca y más cuerpo, un espíritu más ribereño en un vino que se cría para potenciar su expresión frutal y evitar la astringencia de la barrica. Y una tercera en la que lo que se promueve es la expresión del vino con una semi crianza en barricas, con la que se logra un vino más complejo, con la fruta negra, tirando a balsámicos y a minerales y que constituye en torno al 70% del vino final.Y todo con un sistema de maceración atípico y completamente adaptado al vino que quieren comercializar:ya no se macera durante la fase alcohólica –la habitual– sino que se hace en fase acuosa –prefermentativa–, nada más introducir la uva en los depósitos con lo que logran mostos más frutales y menos astringentes y se evita extraer todo el tanino y el verdor.Un sistema de elaboración complejo, máxime teniendo en cuenta que la bodega elabora casi un millón de botellas de joven roble. El proceso se hace desde la uva, definiendo desde el comienzo su maduración óptima, la fecha de la vendimia, qué partida va a pasar por barrica y cual no... Un ‘rompecabezas’ que aúna técnica y trabajo de campo para definir un vino con carácter, cuerpo, estructura y mucha fruta.Para implementar este sistema de trabajo es fundamental contar con una buena materia prima. Y las 520 hectáreas de PradoRey son el mejor punto de partida, con más de 2,5 millones de kilos para seleccionar lo que se adapte mejor a sus necesidades y vender –uva o mosto– lo que no cumpla sus requisitos.Pese a las dimensiones del proyecto, se vinifica por pagos:así, Valdelayegua –la zona más alta de la finca, a 820 metros de altitud, y con los suelos más arcillosos– se destina a la gama de crianzas buscando mayor frescura, mientras que las 35 hectáreas de Hoyo Dornajo, un viñedo de altura situado en ladera y con suelos más calizos, se emplea en la vinificación de Adaro y el Élite. También hay una reconversión ecológica en el pago Salgüero, 25 hectáreas con las que elaboran 150.000 botellas que marcan una nueva época en la bodega, una filosofía de trabajo que se contagia a toda la finca.La redefinición de la filosofía enológica de la bodega está llenando sus salas de un sinfín de experiencias. Algunas pequeñas, como crianzas ‘eternas’ en barrica, y otras de mayor dimensión, como los 15.000 litros que han elaborado esta añada de un maceración carbónica al estilo de Beaujolais;vinificaciones monovarietales experimentales con pinot noir, petit verdot, cabernet sauvignon o merlot; junto con otras interesantes experiencias con la tempranillo como protagonista.Desde hace dos añadas vinifican todos sus vinos con levadura indígena y, en esa búsqueda de la autenticidad que llega desde el viñedo, hay un cambio en la filosofía de uso del roble, apostando tanto por el empleo de barrica usada como por dotarse de otras de mayor tamaño del habitual (400 litros) para que la esencia de la uva se traslade hasta la botella.«Hay tres elementos fundamentales en la bodega:el primero es controlar la uva para hacer con ella lo que pretendemos, no sólo lo que se pueda;la segunda es macerar lo justo; y la tercera es ampliar el volumen de las barricas y apostar por roble usado; es una locura meter doce meses de barrica nueva a un vino», señala Francisco MartínSan Juan, director técnico del grupo.La bodega elabora una amplia gama de vinos: desde un originalísimo rosado fermentado en barrica de un coupage al 50% de tempranillo y merlot, que nació en 1999 y que es uno de los rosados más destacados de la Comunidad, hasta su roble, que desde 2014 recupera el espíritu revolucionario que marcó su nacimiento, pasando por su Finca Valdelayegua, un vino de pago de suelo de arcillas calcáreas que complementa un 95% de tempranillo con cabernet y merlot de gran estructura; o su Finca La Mina, un reserva que sólo se elabora en añadas excepcionales y que muestra en la copa la grandeza de este terroir que baña durante siete kilómetros el Duero.Si hay algo que no ha cambiado en toda esta nueva filosofía de trabajo en la finca y en la bodega es la capacidad de envejecimiento de sus vinos:los PradoRey granreserva y Élite –vino de pago de Hoyo Dornajo plantado con el clon «élite» de tempranillo– exhiben un desarrollo excepcional con el paso del tiempo.El mismo Hoyo Dornajo es el germen de uno de los últimos vinos de la bodega:Adaro, un crianza que nació con la añada de 2009 y con el que la bodega rinde homenaje «al carácter emprendedor y luchador» de Javier Cremades de Adaro, propietario desde 1989 de PradoRey, y artífice del proyecto.En su añada de 2011 presenta un complejo buqué, gran concentración, muy buen equilibrio, mucha potencia tanto en boca como en nariz, con una fruta voluptuosa, tanino graso y cuerpo macizo.La finca no sólo es el reino de la vid:cuenta con una cabaña de más de 1.000 vacas frisonas para producir leche, es autosuficiente energéticamente gracias a un salto de agua en elDuero y a un parque de energía solar, apuesta por la sostenibilidad y el cuidado medioambiental y es una bodega abierta, con una variada oferta enoturística que permite descubrir y explorar la cultura del vino de una forma didáctica y divertida.