EXPLOTACIÓN ECOLÓGICA
Cría aviar en armonía con el medio
Pollos de la Aldea engorda en Aldea de San Miguel (Valladolid) la especie cuello desnudo caracterizada por su carne infiltrada de grasa. Cada canal pesa de dos a tres kilos
Pollo natural, criado en total libertad con respeto al medio ambiente. Estas son las premisas sobre las que se desarrolla una pequeña empresa dedicada a la cría y venta de pollos ecológicos: Pollos de la Aldea. Al frente de ella se encuentra Marina Frutos de Diego. El proyecto de la granja avícola comenzó a idearse hace tres años, cuando Marina, veterinaria, se quedó sin trabajo, y tomó forma el pasado otoño.Sacrifica entre 100 y 150 aves el último viernes de mes y ella misma se encarga de la distribución a las carnicerías donde, de forma previa, se ha reservado cupo. Cada pieza pesa en torno a los dos kilos, hay hasta de 3,5, y los vende a nueve euros el kilo. La especie de cuello desnudo, con la grasa infiltrada en la carne, y su cría en libertad, alimentados solo con cereales y sin tratamientos en los que entre la química, los hace diferentes a los que se comercializan en cualquier carnicería.La marca ya es indicativo tanto del lugar donde se ubica como de la voluntad de su propietaria: Pollos de la Aldea. Por un lado, las instalaciones se localizan en las afueras del término vallisoletano de Aldea de San Miguel. Por otro, ‘de la aldea’ hace referencia al medio en el que el pollo que se criaba en libertad, alimentándose de forma natural.Investigó cómo estaba el mercado de producción ecológica y estimó que la cría de pollos podría tener futuro comercial. Con unos ahorros compró una parcela de 3,5 hectáreas en ‘la Aldea’ –así llaman al pueblo–, al borde de la carretera que une esta localidad con la cercana de Mojados.Estudió las posibilidades de financiación y como el interés de los préstamos bancarios era alto acudió a Fiare Banca Ética. «Tiene una línea de crédito parabancario de forma que la gente te presta dinero y el banco lo avala. Presenté el proyecto y se aprobó», explica. Medio centenar de personas aportaron «40.000 euros para construir la nave». «La edificaron dos chicos de Galicia que conocen bien la bioconstrucción con barro y paja, con la ayuda de amigos y gente del pueblo». «Se tardó dos meses, todo a mano, sin maquinaria», detalla.La nave, de 250 metros cuadrados, se terminó en octubre de 2014 y se dio de alta en diciembre. La inversión total asciende a 70.000 euros. Está distribuida en tres salas para alojar a los pollos según su edad.La elección de la raza, conocida como cuello pelado, llegó tras probar con otras antes de empezar. Es una raza rústica, con la grasa infiltrada en el músculo, lo que da una carne mejor, explica la veterinaria que, sin embargo, señala que tiene una parte negativa: «son muy agresivos entre ellos».
No tiene ponedoras. Adquiere los pollitos a una empresa de Reus (Tarragona). Comenzó con un centenar. «Llegan con día y medio o dos días, periodo durante el cual todavía se mantienen de la reserva de grasa con la que nacen», apunta.La compra de lotes se ha mantenido entre las 100 y las 150 unidades al mes, según la previsión de ventas. Una vez en la explotación, pasan los primeros 15 días en una sala atemperada a 35 grados mediante calefactores de propano, y alimentados con pienso molido con la textura de la harina, según indica.«Después pasan a otra sala hasta que empluman, con un mes o algo más, y se alimentan con pienso en grano troceado. Por último, hasta que se sacrifican con 90 días permanecen en otra habitación con acceso al campo siempre abierta para que salgan y entren cuando quieran», explica. Llama la atención las bases de madera colocadas a modo de casas en el exterior. «Los pollos se resguardan en ellas, van de una otra y se sienten seguros ante la presencia de las águilas», explica.El pienso queconsumen es una mezcla de trigo, maíz, cebada, soja y guisante de cultivo ecológico que adquiere a una empresa de Ávila.Se sacrifican con tres meses y unos cinco kilos de peso los más grandes y la canal está entre los dos y los tres y medio como mucho. Tiene unas pérdidas del 70% entre plumas, sangre y vísceras. Los lleva al matadero ecológico Sanchonar, de Sanchonuño (Segovia). Mata el último viernes de mes porque ese fin de semana vende directamente en los mercados ecológicos de Valladolid (instalaciones del Prae, domingo) y en Ávila (sábado).Para transportarlos al matadero alquila un vehículo especial. En Sanchonar los envasan al vacío y ella misma los distribuye a los puntos de venta: diez carnicerías de la capital vallisoletana y otras siete de la provincia. Además, también congela algunas piezas para poder atender demandas no ‘previstas’.Marina Frutos reconoce que la empresa «va a más, pero poco a poco, por el poder adquisitivo de la gente». Ella, de momento, mantiene su granja en la que es la única trabajadora. Aunque no facilita el coste por de cría por ave, sí señala que los pollos consumen una tonelada de pienso al mes, 600 euros más el porte; gasta una media de dos bombonas de propano por lote de pollitos (cada mes un lote), que el matadero cobra 3 euros por cabeza, que alquila el vehículo especial para el transporte de los animales... El balance es: mayor satisfacción que rentabilidad económica.