Peter Sisseck advierte de la necesidad de conservar “las cepas viejas” para no perder la “grandeza” de los vinos de Castilla y León
El propietario de la bodega Dominio de Pingus asegura que sólo apostando por la tecnología “haremos lo mismo que en Chile, California o Sudáfrica”
El enólogo y propietario de la bodega Dominio de Pingus, el danés Peter Sisseck, advirtió hoy a los productores y bodegueros de Castilla y León la necesidad de conservar “las cepas viejas” para no perder singularidad y la “grandeza” de los vinos de la Comunidad, a la vez que advirtió de que si todos los esfuerzos por mejorar la calidad se centran en la utilización de tecnología durante el proceso de elaboración, “haremos lo mismo que en Chile, California o Sudáfrica”.Sisseck, que impartió un conferencia en una jornada técnica auspiciada por los Premios Zarcillo y organizada por la Consejería de Agricultura en el Castillo de Fuensaldaña (Valladoldid) bajo el título 'Vinos de calidad, el consumidor del mañana en un mercado globalizado', argumentó que la diferencia entre un buen vino y un gran vino se encuentra en la cepas, y criticó que uno de los grandes errores de la DO Ribera del Duero ha sido reducción de la superficie de vides viejas.En este sentido, explicó que cuando él aterrizó por Castilla y León hace más de veinte años había en Ribera del Duero una 6.000 hectáreas de viñedo viejo y ahora sólo quedan 2.000, e insistió en la necesidad de conservar “la herencia de nuestros abuelos, ya que ellos conocían los mejores sitios para plantar y lograr las mejores cosechas”.Además, argumentó que las variedades autóctonas es lo que hace a España original, “ya que no tenemos que hacer una copia de nadie. Debemos aprender mucho de cómo trabajaban los abuelos y cuidar lo auténtico y lo autóctono. Es la mejor forma de proteger nuestro futuro”.Por otra parte, aseguró que a pesar de calidad de los tintos robles jóvenes, el potencial de Ribera de Duero se adapta mejor a los crianzas y los reservas.Sobre el bajo consumo de vino entre los jóvenes, Sisseck lo achacó a un problema cultural, dado que para las generaciones que hace años dejaron el medio rural y se marcharon a las ciudades el vino era algo que sólo se consumía en la casa de los abuelos, “era algo antimoderno y había que buscar otra bebida”.Por último, también se refirió a la comercialización en los mercados internacionales y afirmó que la falta de un idioma común en el que puedan entenderse directamente el vendedor y el comprador es siempre es una barrera.