TURISMO NATURAL
Viaje a las fuentes del río tormes
Esta ruta, de algo más de seis kilómetros, supone un trayecto llevadero y muy ameno en paralelo a este afluente del Duero que nace a cerca de 1.900 metros de altitud entre grandes lanchales que constituyen una de las mejores ‘playas’ durante el verano para quienes buscan rincones diferentes en los que bañarse
La provincia de Ávila en general y Gredos en particular, ofrecen numerosos rincones para realizar trayectos a pie durante todo el año. Y lo hacen para todo tipo de perfiles, en función de la preparación de cada cual: caminantes, montañeros, escaladores o para los conocidos coloquialmente como ‘domingueros’.Una de esas rutas para todos los públicos es la que discurre entre el famoso Puente del Duque –situado en un bello paraje a las puertas del Parque Regional de Gredos– y el nacimiento del río Tormes, ubicado en el ‘Prado Tormejón’, a cerca de 2.000 metros de altitud.Se trata de un camino ameno de algo más de seis kilómetros de longitud, que transita en paralelo a este afluente del río Duero por lugares de gran belleza, a través de un paisaje repleto de pinos en algunas partes del mismo, pero también con praderas en las que pasta el ganado, la mayoría ejemplares de raza avileña–negra–ibérica, a punto de partir hacia el sur para pasar el invierno.Durante la travesía, también pueden verse unas curiosas florecillas de seis pétalos y color morado denominadas técnicamente Colchicum montanum, aunque popularmente reciben diferentes nombres en función de cada zona. En Castilla suelen llamarse ‘quitameriendas’, ya que al florecer en otoño, cuando las tardes son más cortas, se suele suprimir esa comida y adelantar la cena.
Junto a la flora y la fauna, una de las características de esta ruta radica en el silencio y la tranquilidad, sólo ‘rotos’ por el sonido de los cencerros que portan las reses mientras se encuentran paciendo en las aún praderas de este espacio natural abulense que, afortunadamente, no se encuentra demasiado masificado, salvo en determinadas épocas del año.Para las miles de personas que desde hace once años han acudido al festival ‘Músicos en la Naturaleza’ que organiza la Fundación de Patrimonio Natural, el trayecto que vamos a recorrer comienza muy cerca de la finca Mesegosillo, situada a unos 500 metros del casco urbano de la localidad de Hoyos del Espino.Apenas medio kilómetro más abajo se encuentra el Puente del Duque, lugar de partida para este recorrido delicioso y lleno de rincones especiales en los que detenerse para disfrutar de una naturaleza en estado puro.Para llegar a este punto desde Ávila es preciso tomar la carretera N–502 (Ávila-Córdoba), en dirección a Arenas de San Pedro. Antes de comenzar a subir el puerto El Pico por su vertiente norte y a la altura de la Venta de Rasquilla, se toma un desvío a la derecha que conduce por la AVP-941 hasta Hoyos del Espino, después de pasar por San Martín del Pimpollar y Navarredonda de Gredos, donde se encuentra el Parador de Turismo de Gredos, el primero que se puso en marcha en España gracias al rey Alfonso XIII.Hacia la plataforma. Una vez en Hoyos del Espino, pero antes de acceder al casco urbano y a la altura de la famosa escultura dedicada a la cabra montés, símbolo de la Sierra de Gredos, se coge el desvío a la izquierda que conduce hacia la Plataforma, situada a unos 12 kilómetros.
Transcurrido apenas un kilómetro, al llegar al lugar en el que está el camping, se deja el coche en el Puente del Duque para comenzar esta ruta para la que es recomendable –no imprescindible– utilizar botas de montaña, teniendo en cuenta que en algunos momentos pueden ser necesarias para evitar resbalones que podrían provocar algún que otro susto.El Puente del Duque se sitúa en una zona de gran belleza, en medio de un pinar natural que cuenta con zonas de baño y recreo próximas al camping. El puente de da nombre a este rincón fue construido en el mismo lugar en el que existió otro puente romano que fue derruido en los años 40 por su estrechez, con el objetivo de dar respuesta a la creciente demanda turística.El atractivo de este paraje avanza las sorpresas que encierra el resto de un trayecto en el que, nada más partir se encuentra el denominado Pino del Rey, dedicado a Alfonso XIII, un amante de la Sierra de Gredos, a la que se desplazaba para disfrutar de la caza mayor. Por ello mandó edificar en 1928 el primero de los hoteles de la Red de Paradores.Una vez superado ese punto, el camino arranca tranquilo a través de una antigua pista que recientemente ha sido asfaltada, ante las protestas de los grupos ecologistas.
El sosiego del paseo apenas se ve interrumpida por el sonido de los pájaros, el ganado que pasta en la zona y el discurrir del agua del río Tormes que se va abriendo paso en paralelo a la ruta. De vez en cuando, también circula algún coche, aunque en esta época del año no es tan habitual como en verano.A menos de un kilómetro del punto de partida es obligatorio detenerse en el Charco del Cardenillo. Para ello, hay que salirse de la senda por la derecha y realizar 150 metros a pie para llegar a este lugar que parece extraído de un cuento.Aguas cristalinas. Las gélidas aguas de este charco son el ‘cristal’ en el que se reflejan los enormes pinos que rodean esta balsa a la que muchos acuden a bañarse en verano, siempre que aguanten la temperatura, claro está.Resulta difícil abandonar este lugar de ensueño en el que cualquiera se deja llevar por su tranquilidad y el silencio sólo ‘roto’ por el rumor del agua que fluye por pequeños torrentes.
Tras dejar atrás este rincón inolvidable, el trayecto continúa hacia la zona del campamento, donde también existen algunas charcas en las que bañarse o simplemente dejarse llevar por el rumor de las aguas transparentes de un Tormes cuyo nacimiento se encuentra cada vez más cercano.Sin embargo, antes aún quedan algunas paradas. Una de las fundamentales se encuentra a unos dos kilómetros del punto de partida. Se trata del espectacular paraje natural de Las Chorreras, al que se accede descendiendo con cuidado por una estrecha y empinada senda que desemboca en este lugar rodeado de grandes formaciones graníticas.A través de esas enormes moles de piedra se abre paso de forma abrupta el río Tormes, dejando unas imágenes espectaculares e impactantes para las retinas del caminante. Y ello, gracias a unas grandes cascadas, más espectaculares en la época invernal.Por sus dos charcos han pasado miles de personas para disfrutar de un más que refrescante baño, ya que este lugar se encuentra ubicado a apenas un kilómetro del nacimiento del río Tormes.
Es preciso llamar la atención sobre el cuidado que debe tener cualquier persona que descienda hasta este lugar, ya que la humedad de las piedras puede dar algún que otro susto que es mejor evitar, moviéndose despacio y con cuidado.Una vez dicho adiós a Las Chorreras, el camino discurre por una empinada, pero corta cuesta que conduce hacia el término municipal de Navarredonda de Gredos y que discurre por paisajes algo más abiertos y con algo menos de vegetación.La ruta transita cerca de un centro de turismo activo y de un campamento de nombre curioso –Maliciosas–, para después seguir por una carretera en peor estado, aunque sin problemas para un caminante que, si tiene suerte en un día claro, podrá ver, aunque sea en la distancia, el pico Almanzor, techo de Gredos con sus 2.591 metros de altitud, o La Galana, con 2.564.Poco después, la ruta desemboca en un cruce de caminos situado en las proximidades del camping de Navarredonda de Gredos. Allí aparecen señales que indican, entre otros destinos, el nacimiento del río Tormes. Desde ese punto, apenas resta media hora para llegar al destino.Tan sólo unos metros más adelante puede verse una señal que reza: ‘Valdeascas 800 metros. Campamento’. La parte inicial del camino transita por una estrecha carretera custodiada por pinos durante algún tiempo, hasta llegar al campamento Valdeascas, donde arranca un camino de tierra y piedras que ‘pica’ un poco hacia arriba. Aquí empieza la parte más dura de un trayecto, aunque sin grandes dificultades. De hecho, no son pocos los padres que acuden con sus niños de corta edad y realizan esta parte del recorrido sin dificultades o con los pequeños pertrechados en mochilas diseñadas para ello.El sonido de los cencerros de las vacas que aún se encuentran en la zona antes de partir hacia las fincas extremeñas realizando la trashumancia, huyendo de los fríos inviernos gredenses, acompañan al caminante por un sendero en el que los pinos han desaparecido y la ruta discurre junto a una valla realizada con rocas de granito.Más adelante el camino se empina un poco más a través de un sendero marcado con rocas en el suelo, antes de seguir avanzando por una senda algo más estrecha, a través de la cual comienzan a divisarse en la distancia los grandes lanchales en los que nace el río Tormes.El trayecto concluye en un paraje espectacular, entre grandes pozas rodeadas de enormes rocas de granito en las que se refleja el sol que aparece estos primeros días del otoño.
El sonido del agua cayendo de una a otra poza a través de escalones que dan lugar a pequeñas cascadas constituye la recompensa al esfuerzo realizado, tras un camino de una hora y media.
El premio merece la pena, sobre todo para algunos que se atreven, no sólo a meter los pies en el agua, sino a bañarse en las gélidas aguas de este afluente del río Duero que, 284 kilómetros más adelante, desemboca y engrandece el río más importante del noroeste de la Península Ibérica, entre los municipios de Fermoselle (Zamora) y Villarino de los Aires (Salamanca).Este viaje a la ‘concepción’ del Tormes resulta sencillo de hacer a través de poco más de seis kilómetros de una ruta cómoda y atractiva.
A buen ritmo se puede completar en apenas una hora y media, aunque si se quiere aprovechar para disfrutar del entorno realizando alguna parada, el tiempo puede llegar a las dos horas.
Una vez culminado el trayecto, un buen bocadillo sabe a gloria en medio de este lugar que transmite la magia de lo nuevo y de lo que nace, para abrirse paso a través de vericuetos que llevan a este río por tierras abulenses, salmantinas y zamoranas.