MIS FAVORITOS: EL COLMADO (ÁVILA)
Atalaya del buen yantar en Ávila
El conjunto español de Gimnasia Rítmica regresó el pasado mes de agosto al podio de unos Juegos Olímpicos, tras conseguir una espléndida medalla de plata, siendo superado sólo por Rusia en Río de Janeiro.Fue la recompensa a un trabajo forjado en los últimos años, especialmente tras Londres, donde este mismo equipo se tuvo que conformar con la ‘medalla de madera’, es decir, un cuarto puesto que pudo ser clave para obtener la plata en Brasil.Así lo considera la preparadora física de la Selección Española del conjunto de rítmica, la abulense Mónica Hontoria (1976), que vivió en primera persona el logro obtenido por sus pupilas, después de años de duro trabajo.Para Hontoria, el cuarto lugar logrado cuatro años atrás sirvió de revulsivo para trabajar en la consecución de una medalla final que cerró un ciclo olímpico en el que las chicas que prepara lograron en distintos campeonatos en torno a sesenta medallas.La preparadora abulense lleva años viviendo en Madrid, aunque cada vez que puede se escapa a Ávila, donde se crió, para disfrutar de su familia y de una ciudad que le da «energía y paz». «Me siento tranquila cada vez que vengo a Ávila. Descanso el doble, desconecto y cargo las pilas», señala esta mujer que cada dos semanas aproximadamente, necesita estar con los suyos.El mismo orgullo con el que habla del triunfo logrado por las chicas de rítmica en Río de Janeiro, le sirve para rememorar sus orígenes abulenses.En la capital abulense estudió en el colegio Reina Fabiola y después en el instituto Isabel de Castilla, para después hacer el Magisterio de Educación Física en Segovia. Iba y venía a Ávila a diario. Más tarde, cuando competía en la modalidad de gimnasia aeróbica, viajaba a Zaragoza y Barcelona, donde se concentraba el conjunto nacional. Después hizo Inef y más adelante dos máster de alto rendimiento en Madrid y Sevilla.En su extensa trayectoria como deportista de elite –fue dos veces campeona de España, cuarta del mundo en el año 2000 y tercera del mundo por equipos en 2003 en gimnasia aeróbica–, recuerda con meridiana claridad cómo su profesor de Educación Física cuando tenía 7 años, Manuel San Segundo, fue el que convenció a su madre para que hiciera gimnasia rítmica en sus inicios porque le veía cualidades. «Gracias a don Manuel me apuntaron a gimnasia», señala Hontoria, que después se haría cargo de la escuela Las Almenas, en la que comenzó y se forjó como gimnasta de rítmica, antes de pasarse a la aeróbica.Gracias a su experiencia profesional y a su preparación técnica, llegó a fichar en 2007 por la Selección Española de Rítmica, a cuyas integrantes les faltaba preparación y capacidad de salto. Desde entonces, la mejoría ha sido evidente, hasta llegar a Río para conseguir una gran medalla de plata.Repuesta de aquellas emociones y volviendo al día a día, Mónica Hontoria retorna a Ávila, donde además de cargar pilas, tiene un lugar de referencia para también reponer fuerzas. Se trata del restaurante El Torreón, situado en la parte baja de un antiguo palacio medieval, que cuenta con un salón de piedra abovedado en el que destaca una chimenea espectacular.Su relación con este lugar situado en un lugar privilegiado, junto a la Catedral de Ávila, se la debe a Susana Herranz, compañera de ‘fatigas’ en el mundo de la gimnasia abulense desde que ambas eran niñas. Primero como gimnastas, después como su pupila y finalmente como técnicas.Su amiga desde entonces es hija de Domingo Herranz, dueño de este restaurante al que Mónica Hontoria ha invitado a sus amigos y a compañeros y amigos de otros países, cada vez que una competición se ha celebrado en la capital abulense.Además de su ubicación, la preparadora física de la Selección Española subraya aspectos entre los que, además de su buena cocina, destaca por la «profesionalidad» y la «disponibilidad» en el trato. «Son como una familia», asegura, antes de añadir: «Las pareces hablan».Esa característica se aprecia durante la charla, cuando Hontoria mantiene un contacto personal y cercano con los profesionales del restaurante. Entre ellos el cocinero, Esteban Galán, responsable de una cocina tradicional y casera, con toques de originalidad.Uno de los platos aparentemente sencillos que Hontoria destaca son las sardinas marinadas, descubiertas casualmente por el cocinero en su propia casa. Ahora se han convertido en uno de los platos estrella de este lugar. Entre las particularidades de este plato figura el hecho de que las espinas sean retiradas una a una con la ayuda de las pinzas para las cejas.Pero la tradición que respiran todas sus paredes también aparece en los platos. En este sentido, Hontoria subraya el «respeto por la gastronomía abulense», mediante la elaboración de sus carnes y de otros platos entre los que no pueden faltar ni las clásicas patatas revolcones, ni las judías de El Barco de Ávila, entre otros.Aunque en materia de carne lo más conocido de Ávila es el típico chuletón, la preparadora física se decanta por un solomillo que «se puede cortar con el tenedor, ya que no hace falta el cuchillo».
Entre los platos por los que se decanta, hace especial hincapié en un arroz caldoso con cangrejos o pichón. «Es algo que se sale de la carta de otros restaurantes», apunta Hontoria, mientras saborea unos deliciosos pinchos de revolcones y sardinas marinadas. Ambos platos no pueden faltar como entrantes en un menú en el que también incluye las mollejas.«Todo es casero», subraya esta exdeportista que no puede obviar los postres caseros que elabora Esteban Galán. Entre ellos, destaca el cabello de ángel, la crema pastelera convertida en petisuis bañados en un delicioso chocolate y un tiramisú que «está de muerte».Mónica Hontoria habla sin parar de la calidad de este restaurante en el que se siente como en casa.
Situado en un lugar privilegiado de esta ciudad medieval y tras recorrer algunos de sus rincones más característicos, El Torreón constituye una atalaya desde la que disfrutar de la mejor cocina abulense a escasos metros de la muralla y la Catedral.