El Correo de Burgos

SEGOVIA

Camino de los molinos

Paralela al río Eresma, surge en el entorno de las alamedas, transita entre antiguos ingenios hidráulicos y saltos de agua del río que nace en la sierra

Azud de la Casa de la Moneda de Segovia con el alcázar al fondo. Ruta senda de los molinos de agua.-T.S.T

Azud de la Casa de la Moneda de Segovia con el alcázar al fondo. Ruta senda de los molinos de agua.-T.S.T

Publicado por
TERESA SANZ TEJERO
Burgos

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Entre chopos, fresnos, saltos de agua y marmitas de gigante, discurre, paralela al río Eresma, una senda insólita que atraviesa molinos y restos de ingenios hidráulicos y deja ver una fauna que se hace rara en cualquier entorno urbano; ya sean nutrias que se zambullen o garzas que levantan el vuelo al oír las pisadas.Entre el barrio de San Lorenzo y el barrio de San Marcos, dos de las zonas con más vegetación de Segovia, se abre paso esta ruta, bien señalizada para no perderse e ir conociendo qué fue cada edificación de las que aún se conservan junto al río y poder saber a qué se dedicaron estos ingenios que repasan la historia más legendaria de las manufacturas de la revolución industrial.El paseo queda trazado por la ribera del Eresma, a cuyos márgenes se levantaron hace dos y tres siglos antiguas fábricas de loza y de borra; viejos molinos de harina y de papel y otras construcciones similares que supieron aprovechar el caudal del agua cercano que hicieron mover con ruedas de molino; alguna de las cuales saltan a la vista.En ruinas, convertidos en viviendas, reconstruidos como monumentos, como es el caso de la Fábrica de Moneda de Felipe II, conocida como la Casa de la Moneda, estos artefactos ordenados en ambas márgenes, ofrecen un paseo kilométrico que alterna zonas de fácil tránsito con otras que exigen mejor condición física y mejores zancadas, para evitar los resbalones que puede provocar en alguno de los tramos la humedad y el verdín acumulado.Uno de los aspectos más llamativos de la Senda de los Molinos es la facilidad de excursionar por una ruta que podría parecer lejana por el silencio que procura y, sin embargo, no dista muchos metros de la plaza medieval de San Lorenzo o del mismo Acueducto.Cuando el entorno del monumento romano se llena de turistas y el eje principal entre la plaza del Azoguejo y la catedral no dan abasto para recibir visitantes, la Senda de los Molinos se hace especialmente recomendable para huir de las aglomeraciones.Dependiendo de las zonas de paseo, la vista ofrece saltos de agua y marmitas bien reconocibles en los primeros planos, y tomando perspectiva cuando la vista se abre aguas arriba o abajo, podrán verse algunas chimeneas con nombre propio, como La Torradera de la fábrica de borra o puentes que escapan de las márgenes del río rumbo a la ciudad.El cinturón verde de Segovia confiere la singularidad de la ciudad histórica. Ese circuito que invita a pasear Segovia en la distancia, separa el caserío viejo y la ciudad amurallada de estos barrios extramuros entre los que aparece dibujada la ruta de los Molinos.Desde San Lorenzo se observa el farallón de roca sobre el que se asienta el Alcázar. Se puede disfrutar entre árboles y una vegetación frondosa de los edificios que bordean la muralla por su lado norte.Desde San Marcos y la alameda que conduce hasta el monasterio jerónimo de Santa María de El Parral se oye permanentemente el sonido del agua, roto en su cadencia por los patos que chapotean, mientras los aficionados a la pesca echan sus cañas para capturar algún que otro barbo.En este paisaje bucólico los paseantes aprovechan el gran parque periurbano que ofrecen las alamedas, sin apenas salir de la ciudad.La Senda de los Molinos está bien señalizada a través de paneles explicativos y unas balizas de hierro que van explicando qué fue cada construcción de las que asoman; algunas totalmente rehabilitadas, otras guardan en sus paredes maltrechas la grandeza de la utilidad perdida.El paseo permite entender la importancia del barrio hortelano de San Lorenzo, que sigue conservando buena parte de aquellas huertas que dibujaron el paisaje hace más de un centenar de años.La ruta discurre por la propia cacera de regantes del barrio de San Lorenzo, los molinos del Moral, la antigua fábrica de harinas de Carretero (sobre la que ahora se levantan viviendas); la fábrica de loza de los Vargas; el molino de Cabila; el azud Tizona; el molino de la Aceña, y las fábricas de hielo, borra y timbre.El camino por el borde del río se ha hecho transitable a través de largas franjas compactadas de arena y enormes losas de granito que, con su elevación, permiten sortear las zonas menos accesibles del paseo, aunque igualmente recomendables.Las intervenciones del Ayuntamiento en los últimos años han permitido recuperar una senda que antes solo se ofrecía, discontinúa, por pequeños tramos del Eresma, el gran río de la ciudad que vincula la vida del centro histórico con la que procuró su patrimonio hidráulico.

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