LA BODEGA | MARTA MATÉ
Innovación en la Ribera del Duero
Una filosofía de respeto por el medio y por los procesos de elaboración, hacen de esta bodega una referencia en los vinos de mínima intervención de Ribera
Volver a reencontrarse con la naturaleza y sus procesos naturales, dejando hacer, para conseguir una uva de alta calidad con la que elaborar un vino con unas características propias, diferenciadoras y hacer todo esto desde la innovación, es uno de los rasgos que marcan la diferencia en las Bodegas Marta Maté.
Comenzó su andadura como un proyecto propio de tres ingenieros agrónomos que, después de dar servicio de asesoramiento a bodegas y viticultores, poco a poco se fueron apasionando por el mundo del vino y la enología. En 2003 plantaron su primer viñedo en Gumiel del Mercado, en plena Denominación de Origen Ribera del Duero y después hicieron lo propio en la misma localidad ribereña en una finca más grande, de 28 hectáreas, en la que nunca había habido viñas, ya que se encontraba en una zona alta de páramo, en principio una localización demasiado alta y fría.
En sus primeros años, la producción de este viñedo fue para abastecer a las bodegas de la DO, pero con la llegada en 2008 del enólogo César Maté como socio, se lanzaron a elaborar un primer vino con 3.000 botellas que se presentó a The Wine Advocate, la publicación de Robert Parker en esos años y consiguió la calificación de 95 puntos. A partir de ahí continuaron elaborando sus vinos y en 2013 adquirieron una pequeña bodega en la localidad de Tubilla del Lago, siendo una de las bodegas situadas más al norte y con más altitud de la DO.
Esta localización hace que los vinos tengan una mejor acidez y frescura, una maduración muy equilibrada y un menor riesgo de heladas. Con la reciente remodelación que han llevado a cabo en la bodega, elaboran al año 85.000 botellas y tendrían capacidad de llegar hasta las 150.000.
El cuidado extremo por el terruño donde se asientan las viñas, propiciando la proliferación de fauna y flora autóctona, una mínima intervención para aliarse con la naturaleza y así intentar no romper el equilibrio, incluso ayudando a generar un ecosistema propio, son las características más diferenciadoras de los viñedos de Marta Maté.
A la vez, como ingenieros agrónomos, realizan una labor de I+D muy importante con prácticas biodinámicas para recoger información, analizar los datos que ofrecen los suelos y comparar diferentes muestras para conocer la evolución de los mismos.
Marta Castrillo, gerente y una de las fundadoras de Bodegas Marta Maté, toma las palabras de su compañero Manuel del Rincón, responsable de la viticultura de la bodega cuando dice que «un viñedo es muy bonito, pero si no hay nada más, es como un desierto de viñas porque lo que necesita para que funcione es biodiversidad, que haya otras plantas, microorganismos, insectos, mamíferos, aves… y todo eso tiene que funcionar en equilibrio.
Con ello se consiguen uvas, nosotros decimos, que seguramente más felices y de más calidad». De hecho colaboran con GREFA (grupo de rehabilitación de la fauna autóctona y su hábitat) colocando nidos de diferentes especies por todo el viñedo favoreciendo la nidificación de esas aves.
Por otro lado llevan a cabo un proyecto financiado por Fondos FEDER a través de ICE (Instituto para la Competitividad Empresarial de Castilla y León) denominado:
«Selección de la variedad tempranillo y otras en la comarca de Ribra del Duero para obtener clones autóctonos de calidad enológica, adaptados al cambio climático y con resistencia a enfermedades de madera de la vid».
Consiste en la recopilación y plantación de material vegetal de más de 420 viñedos antiguos de Ribera del Duero con el fin de conservar la variedad genética y la adaptación ambiental de estas plantas de vid disponiendo de un «reservorio genético» para afrontar los retos actuales y futuros como el cambio climático o las enfermedades de madera, entre otros.
En cuanto a la elaboración de sus vinos, Bodegas Marta Maté también tienen una filosofía muy particular en depósitos de hormigón que favorecen la elaboración de vinos equilibrados, redondos, preservando las características de las uvas y del terruño del que proceden, en vez de en acero inoxidable, y los envejecimientos en madera se realizan en barrica de roble francés principalmente, con formatos más grande del habitual, de 300, 400 y hasta 600 litros. Todo ello para preservar los aromas procedentes de la uva.
Como destaca Marta Castrillo, «No tenemos los vinos mucho tiempo en madera. No son vinos con gran estructura, ni con demasiada presencia de madera, sino vinos, creemos, más elegantes, con aromas más afrutados, frescura, menos estructura, más ligeros y más versátiles a la hora de maridar».
De esta manera, en Bodegas Marta Maté se elaboran cuatro vinos tintos muy diferentes entre sí para cubrir los diferentes gustos del consumidor: El Holgazán que toma el nombre del paraje de Tubilla del Lago donde se asientan viñedos de unos 40 años con los que elaboran este vino joven, más afrutado, fácil de beber y pensado para aquellos que no están acostumbrados a beber vinos tintos o se inician en su consumo; Viñas del Lago, en el que se hace un homenaje a la localidad donde se asienta la bodega.
Se elabora con el fruto de 24 majuelos muy antiguos y su principal característica es que, además de la variedad tempranillo, también se mezcla la garnacha y albillo presentes en los viñedos. Este vino es para los más atrevidos, ya que en él no se reconocen los rasgos típicos de los Ribera del Duero; Marta Maté es el buque insignia de la bodega y en él se mezclan las uvas de las dos zonas de viñedo en Tubilla del Lago y Gumiel del Mercado; y Primordium es el primer vino que empezaron a elaborar en 2008 y del que siguen haciendo tan solo 3.000 botellas al año.
Es un vino de largo envejecimiento, unos 20 meses en barrica, con un perfil más clásico de Ribera del Duero, ideal para una larga sobremesa, en el que se perciben una complejidad de aromas que van cambiando a medida que pasa tiempo en la copa. Cierran el catálogo de vinos de Marta Maté Píxide, un vino tinto joven destinado principalmente al comercio exterior y el Rosado Marta Maté 100% tempranillo.
Como retos de futuro, está la consolidación en el mercado nacional y seguir trabajando para la exportación donde ya han abierto mercado en Suiza, Bélgica, México, EEUU, Escandinavia o Canadá, haciendo que el consumidor perciba la calidad y la filosofía de respeto y poca intervención de estos vinos. Además, próximamente pondrán en marcha su proyecto de enoturismo centrado en las visitas a los viñedos como elemento diferenciador, así como a la propia bodega y todo ello completado con catas de degustación.