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BURGOS

Robledos de leyenda y un mar de pinos

Publicado por
RAQUEL FERNÁNDEZ / PINARES
Burgos

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Es la comarca natural de Pinares un lugar donde el tiempo parece detenerse permitiendo un viaje de la mano de increíbles experiencias con la naturaleza como principal protagonista. Comprendida entre las provincias de Burgos y Soria, la comarca de Pinares alcanza una veintena de pueblos unidos por la carretera CL-117 y está situada al sureste de Burgos y al noroeste de Soria, limitando con La Rioja a través de la Sierra de Urbión y por el oeste con la Sierra de la Demanda.

Es esta zona un lugar privilegiado en recursos naturales y también en arraigadas tradiciones culturales y gastronómicas, que van poco a poco dando las pinceladas de uno de los rincones con mayor extensión de pinos de la Península Ibérica. Se crea así un territorio con sendas interminables donde los sonidos, olores y colores se combinan para no dejar indiferente a nadie con parajes tan ensoñadores como el que nos encontramos en la localidad de Palacios de la Sierra y su majestuoso robledal. 

Como adentrarse en un monte mágico, este espacio adehesado a base de robles -Quercus Petraea- envuelve al espectador en un paraje con ejemplares de hasta 500 años. Ejemplo de ello es uno de estos robles que posee un perímetro cercano a los seis metros y una gran altura que sobrepasa los 20 metros. 

La creencia popular se asienta sobre el supuesto hecho de que parte de los robles más antiguos crecen en hilera, lo que sustentaría la hipótesis de que fueron plantados hace siglos, al parecer, por monjes. A este lugar se puede llegar en vehículo hasta el mismo robledal, ya que se encuentra a unos tres kilómetros al sur del municipio de Palacios.

En Palacios de la Sierra el viajero también descubrirá necrópolis, zonas de recreo y prados rodeados por frondosos pinares regados por aguas cristalinas. Sin duda, el paso de Las Calderas es otro de los lugares llamativos: sobre la roca se forman cascadas que se precipitan en calderas de gran profundidad. Sin dejar Palacios podemos ver la necrópolis del Castillo donde se distinguen una fortificación, una ermita y la necrópolis. Esta última la forman un total de 566 tumbas, lo que la convierten en la mayor de España.

Siguiendo la ruta por los pueblos de Pinares, uno puede adentrarse en Quintanar de la Sierra, Neila, Vilviestre del Pinar o Canicosa de la Sierra. Municipios todos ellos con grandes lugares que descubrir y una naturaleza digna de cualquier documental. Subir al Peñón de Vilviestre del Pinar, a 1.500 metros, es como poder ver esta ‘Costa del Oxígeno’ desde un lugar privilegiado. 

En Canicosa de la Sierra existen también árboles singulares, uno de ellos es el Pino Roble. Se dice que fue una ardilla la que dejó los restos de una piña en el hueco de un maduro roble y que de ahí nació una de las peculiaridades más asombrosas de la naturaleza: una simbiosis entre un roble y un pino única en el mundo, una característica inusual que le ha hecho saltar a la fama de los árboles de la península. El pino cuenta con unos 130 años, mientras que el roble tiene 250 veranos. 

El último de los pueblos de la parte burgalesa, justo con la frontera de Soria siguiendo por la carretera CL-117 es Regumiel de la Sierra, donde uno puede encontrar una de las necrópolis más grandes y mejor conservadas de la Alta Edad Media. También fue Regumiel de la Sierra lugar donde vivieron los dinosaurios y buena prueba de ello es la multitud de huellas que han ido descubriéndose con el paso de los años. Hay dos zonas, una denominada Frontal 1 y que fue el primer yacimiento de icnitas de dinosaurio recuperado con 86 huellas agrupadas en ocho rastros, de iguanodonte principalmente; y el Frontal 2, segundo yacimiento donde se localizan más de 5.000 icnitas.

Cruzando esa línea ‘imaginaria’ hacia la provincia soriana nos encontramos con el pueblo de Duruelo de la Sierra, donde tiene lugar el nacimiento de ríos tan importantes como el Duero a 2.140 metros de altitud, al abrigo del Pico de Urbión.

Sus primeras gotas, que brotan como por arte de magia desde el interior de la tierra, comienzan a descender en lo que será un largo camino de cerca de 900 kilómetros hasta llegar a Oporto. Muy cerca de allí, puede descubrirse uno de los parajes más espectaculares de la comarca pinariega y que ha sido bautizado como ‘La pequeña ciudad encantada’ de esta provincia. Se trata de Castroviejo, donde sus sinuosas rocas han ido convirtiéndose con el paso del tiempo en extrañas formaciones que hacen que pasear por allí sea una forma mágica de descubrir el silencio.

Llegar hasta Castroviejo es muy sencillo y puede hacerse desde la carretera comarcal a la entrada a Duruelo, tomando a mano derecha una pista forestal que llega hasta el mismo paraje que cuenta con una zona de aparcamiento de vehículos. Desde el comienzo de la pista el recorrido es de 7 kilómetros y discurre bajo una masa de pino albar. También es posible el acceso a pie, siguiendo el GR-86 desde el mismo pueblo.

Ríos, fuentes, lagos, bosques, pinares y rincones mágicos conforman los tesoros de esta comarca pinariega donde hay montes con miles de años de historia que muestran la dedicación de sus gentes que, con el máximo respeto, han sabido cuidar y vivir de ellos. La transformación de la madera es uno de los oficios que durante siglos ha sido el sustento de sus habitantes, algo que llevó a que fueran obsequiados con privilegios por parte de reyes.

Junto a este pueblo se encuentra, también en la zona soriana de la comarca, la localidad de Covaleda, un lugar donde se encuentran preciosos lugares y rutas singulares donde los saltos de agua son el ingrediente principal del paisaje. En el bosque covaledense puede descubrirse la cascada de la Mina del Médico, la del Paso del Peñoncito o la del río de la Ojeda.

La cascada de la Mina del Médico es una de las más populares por su gran belleza y por trasmitir al visitante el verdadero sonido de la naturaleza a través del agua y sus golpes contra el suelo. Se accede a ella por el GR86 en una ruta que recientemente ha sido mejorada en su tramo final con la colocación de pasamanos de madera, para permitir un mejor acceso al visitante.