El Correo de Burgos
RAÚL OCHOA

RAÚL OCHOA

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DAVINIA ANDRÉS / BURGOS
Burgos

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Burgos puede presumir de ser una zona privilegiada por contar con tres hitos patrimonio de la humanidad que confluyen en la propia capital como es la Catedral de Santa María, el Camino de Santiago y los yacimientos de la Sierra de Atapuerca. Precisamente en relación a este último se ha cumplido recientemente una efeméride que supuso un antes y un después en la transformación de la estructura de la propia ciudad y también en la vida de todos los burgaleses. 

El 13 de julio de 2010 el Museo de la Evolución Humana abría sus puertas con la Reina Sofía como primera visitante. Después de ella, cerca de cinco millones de personas han disfrutado de este museo que se ha convertido en uno de los puntos de referencia mundiales en la divulgación de la investigación sobre los primeros seres humanos que habitaron nuestro planeta. Es, de largo, el museo más vitiado de Castilla y León. Hoy el Complejo de la Evolución Humana que se yergue donde estuvo el antiguo solar de Caballería, y mucho antes el Monasterio de San Pablo, es uno de los lugares de encuentro imprescindibles en la capital burgalesa. El Centro Nacional de Investigación sobre la Evolución Humana, el Museo de la Evolución Humana y el Palacio de Congresos y Auditorio Fórum Evolución han sido cruciales para conseguir que Burgos sea una ciudad del siglo XXI, funcional y moderna.

Esa modernidad se percibe en el propio diseño de los edificios que lo componen obra del arquitecto Juan Navarro Baldeweg donde la luz es la gran protagonista. En el exterior se ha querido hacer una referencia directa al aspecto que la Sierra de Atapuerca tiene en cada una de las épocas del año. Para ello se ha recreado lo que podría ser perfectamente un trocito de ese paisaje, con su vegetación propia, y aunque en sus comienzos tuvo no pocos detractores por no entender la conexión entre las encinas y los quejigos con un edificio vanguardista, hoy ya no hay duda de que ha sido una apuesta acertada.

También en el exterior, dando la bienvenida y poniendo en antecedentes al visitante, está la escultura del artista Juan Muro titulada Hallazgo, un cráneo de bronce de 2,4 metros y 4,5 de ancho que hace su particular homenaje al cráneo nº 5, también conocido como ‘Miguelón’, encontrado en 1992 y que es uno de los fósiles más reconocidos y reconocibles de los encontrados en la Sima de los Huesos de la Sierra de Atapuerca.

El primer impacto al entrar en el MEH es precisamente esa gran caja de luz diáfana dividida en cuatro niveles. Así en la planta -1 el visitante se adentra en el Sistema Kárstico de la Sierra de Atapuerca con fieles reproducciones de los principales núcleos del yacimiento: la Sima de Los Huesos y la Trinchera del Ferrocarril, Gran Dolina y la Sima del Elefante. Para que la visita sea todavía más fructífera para el no iniciado, los profesionales que se encargan del cuidado y la vigilancia de la colección son también expertos divulgadores y una fuente de conocimiento en Evolución Humana. De esta manera, el visitante, además de conocer los fósiles reales encontrados en el yacimiento burgalés entre los que se encuentran el citado cráneo ‘Miguelón’, la pelvis ‘Elvis’ o el pie ‘Vicente del Bosque’, entre otros, se puede hacer una idea de la importancia de estos hallazgos para el estudio de los orígenes del hombre moderno. Para ello se han diseñado diferentes herramientas interactivas que, en estos momentos debido a la situación actual provocada por la Covid-19, están restringidas por motivos de seguridad sanitaria.

En un segundo nivel se hace referencia a la Evolución de las Especies de Charles Darwin con una reproducción de parte del barco HMS Beagle, donde el científico británico dio la vuelta al mundo y que sirvió para dar forma a la famosa teoría. Siguiendo la visita se encuentra el ‘Cerebro’ del artista Daniel Canogar, un enmarañado conjunto de fibras y cables que representan las conexiones neuronales del cerebro humano y en él que, gracias a sus grandes dimensiones, el visitante puede adentrarse, literalmente, en la propia obra. En este mismo nivel se encuentra otra de las partes más reconocibles del MEH, la Galería de la Evolución Humana. Allí se encuentran 10 esculturas hiperrealistas de homínidos que muestran como sería el aspecto de nuestros antepasados como el Homo Australopitecus, el Antecessor, el Homo Heidelbergensis o el Neanderthal. 

El siguiente nivel del MEH se dedica a los diferentes hitos de la evolución humana como el descubrimiento del fuego, la agricultura, las primeras formas de organización social o como fue cambiando la industria lítica a través de la tecnología para mejorar las herramientas que usaban en su día a día, entre otros aspectos.

En la última altura del museo se encuentra se explican los diferentes ecosistemas que más han influido en el desarrollo de los homínidos como es la selva tropical, la sabana y la tundra-taiga. Además, también cuenta con un sistema de realidad aumentada con el que el visitante tiene una experiencia interactiva que le muestra cómo era la vida de los homínidos de la Sierra de Atapuerca.

Pero el MEH es mucho más que un museo al uso, es un espacio de encuentro, un ágora que integra otras muchas actividades que atraen a un gran número de personas con el objetivo de llevar la cultura en todas sus formas, al mayor público posible. Así es habitual tener un nutrido programa de actividades, como conciertos, presentaciones, talleres o exposiciones temporales, entre otros. De hecho, durante los meses en los que el estado de alarma dejaba parado a casi todo el sector cultural español, el MEH ha hecho un esfuerzo importante por seguir realizando actividades como sus encuentros virtuales.

El MEH también juega un papel fundamental como conexión central del llamado Sistema Atapuerca en el que se articulan otros centros de divulgación surgidos al amparo de los propios yacimientos y que también forman parte de este proyecto global. Así desde el Museo de la Evolución Humana salen diariamente lanzaderas para visitar in situ los propios yacimientos. Este año, debido a la excepcionalidad en la que nos encontramos, se ha querido primar la seguridad de los visitantes y por ello, se retomará este servicio el 1 de agosto, momento en el que se habrá terminado la campaña de excavaciones que se está realizando en este mes de julio. Las visitas son guiadas y tienen una duración aproximada de 90 minutos en los que se conoce de primera mano el trabajo que se realiza en esta ‘cantera’ de fósiles.

El Sistema Atapuerca también engloba el Centro de Acceso a los Yacimientos (CAYAC) situado en la localidad de Ibeas de Juarros y el Centro de Arqueología Experimental (CAREX) donde los visitantes son los protagonistas de su propia experiencia fabricando herramientas de la misma manera que se hacía hace 900.000 años, consiguiendo hacer fuego, o practicando la caza con arco, entre otras muchas actividades y talleres. Todo ello enfocado a mostrar de una manera cercana y lo más real posible, como era la vida de aquellos primeros habitantes de la Sierra de Atapuerca.

Paleolítico Vivo. Un safari de un millón de años

Los yacimientos de Atapuerca además de ser un motor cultural y turístico muy importante para el entorno rural en el que se encuentran, son parte fundamental para su desarrollo económico y precisamente por ello han surgido multitud de negocios que dan servicio a los visitantes de muchas maneras.

Un apartado aparte tiene Paleolítico Vivo, una iniciativa en la que participa como asesor científico Juan Luis Arsuaga, una de las caras más reconocibles como codirector del Equipo de Atapuerca junto con José María Bermúdez de Castro y Eudald Carbonell, además de un nutrido grupo multidisciplinar de científicos coordinado por el naturalista y gestor de patrimonio Eduardo Cerdá. 

Esta iniciativa busca fomentar la preservación de especies amenazadas y que tuvieron una presencia importante en la Prehistoria y la reintroducción de especies como bisontes europeos y caballos Przewalski en un hábitat natural. En sus instalaciones de Salgüero de Juarros, muy cerca de los yacimientos de Atapuerca, se encuentra esta reserva natural que muestra cómo eran algunas de las especies animales que poblaban nuestro continente hace 10.000 años.

La visita se puede realizar tanto a pie, como en jeep, en este último caso de la misma manera que se haría un safari africano y en todo momento los monitores y guías explican de manera detallada las peculiaridades de las especies que se encuentran en la reserva, su hábitat y cómo era el ecosistema prehistórico. 

Además, Paleolítico Vivo ofrece multitud de actividades que acercan todavía más la vida en la prehistoria. La más extrema tal vez sea “Nómadas” en la que durante tres días un grupo de aventureros viven de primera mano los distintos periodos de la historia de la humanidad a través de actividades en un entorno natural. Pero también realizan otras como campamentos con la figura de Félix Rodríguez de la Fuente como hilo conductor o el campeonato europeo de Tiro Prehistórico. Además, recientemente han inaugurado ‘Neolítico Vivo’ donde se recrea cómo era la vida en este periodo de la historia y su importancia para la sociedad actual.

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