El Correo de Burgos

GANADERÍA

Las peludas highlands se aclimatan a Ávila

Se trata de la raza bovina más rústica del planeta y procede de Escocia

Vacas highlands con sus característicos cuernos largos y levantados, pelaje largo, y un mechón que les cae sobre los ojos y que las hace inconfundibles.-E.M.

Vacas highlands con sus característicos cuernos largos y levantados, pelaje largo, y un mechón que les cae sobre los ojos y que las hace inconfundibles.-E.M.

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ANTONIO GARCÍA / ÁVILA
Burgos

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Las bellas Tierras Altas de Escocia –Highlands- cuentan con la raza de ganado más rústica del planeta. Se denomina como el mágico lugar del que procede y su simpático aspecto llama la atención de quienes contemplan a estas vacas peludas de cuernos largos y levantados, con un mechón que las cae sobre los ojos y el pelaje largo y enmarañado que las hace inconfundibles.

Ávila es uno de los pocos lugares de España que cuenta con algunos de estos ejemplares que se adaptan a las condiciones más extremas y que apenas necesitan ser alimentados con piensos o costosos forrajes.De hecho, mejoran los pastos con sus poderosas cornamentas y su ancho hocico, eliminando la maleza indeseable que otras razas ni siquiera tocan. De esta manera contribuyen a la regeneración del entorno en el que se desenvuelven.Entre las características de la raza highland también figura el hecho de contar con dos capas de pelo que las convierte en únicas. La exterior es más aceitosa, lo que hace que repela la lluvia y la nieve, mientras que la interior es más suave y ejerce como una especie de calefacción para ellas.

Ambas capas las hacen capaces de adaptarse a las temperaturas más extremas, de manera que no necesitan de una gran protección extra de grasa, como les ocurre a otras razas. Así, su carne contiene menos grasa y colesterol, pero más hierro y proteína.Todas estas características son relatadas con pasión por Antonio Gómez que, junto a su mujer Montserrat García, se enamoró de estos ejemplares hacia el año 2010 por una casualidad y los trajeo a su finca de ‘La Solanilla’, ubicada en el pequeño municipio abulense de San Esteban de los Patos (36 habitantes), situado a 17 kilómetros al norte de la capital abulense.Este matrimonio se instaló en este enclave natural en 1998, tras tomar la decisión de abandonar la gran ciudad y trasladarse junto a sus hijas a este pueblo donde Montserrat tiene sus raíces.

«Queríamos convertirnos en ganaderos y agricultores», relata su marido, quien apunta cómo desde ese momento iniciaron su nueva vida con 40 vacas de avileño en 30 hectáreas de secano y un huerto ecológico.Tres años después de llegar a este lugar construyeron la casa rural ‘La Solanilla’, que es mucho más que eso y desde donde muestran a los huéspedes el día a día de su explotación.Ya en 2009 llegaron sus primeros border collies, unos perros que les «enamoraron en su manejo de los rebaños», según explica Antonio Gómez, quien recuerda que fueron otros amigos criadores de esta raza canina los que les pusieron en contacto con su «segunda pasión»: las vacas peludas de las Tierras Altas de Escocia.«Desde entonces, las dos razas son inseparables en ‘La Solanilla’ relata orgulloso Antonio, que cada día anda con las vacas, acompañado por estos perros que contribuyen a su «tranquilo manejo».El propietario de estos ejemplares justifica su elección porque buscaban tanto su «belleza» como «la calidad» de su carne. Una combinación necesaria, teniendo en cuenta que realizan exhibiciones de pastoreo, ofertan turismo rural y al mismo tiempo comercializan su carne en lotes familiares.

Sus dos capas de pelo hacen que no precisen de una capa extra de grasa, de ahí que su carne cuente con más hierro y proteínas. Según Antonio Gómez, para obtener carne de primera calidad «no hace falta alimentarla con piensos o forrajes costosos», ya que «los pastos pobres los transforman en la mejor carne de vacuno». Además de aclimatarse bien a las duras condiciones climatológicas abulenses, ya que «los inviernos los pasan las highlands sin enterarse», también se han socializado «muy bien con las personas».Teniendo en cuenta que esta raza es criada en montaña, su manejo es «escaso», tal y como relata su propietario, al mismo tiempo que recuerda cómo cuando llegaron a Ávila «no conocían ni el saco de pienso». Por ello, los primeros días de aquel lejano 2010 fueron «difíciles». «Luego, poco a poco las domamos con los perros y la comida», añade.Situado en un lugar considerado por la Red Natura 2000 de la Unión Europea como Espacio Ecológico a proteger por su flora, este enclave se sitúa a una altitud de 1.173 metros, donde el clima es frío y los pastos escasos.En este punto próximo a la capital abulense llegaron en 2010 los ejemplares de highland y, después de meses de búsqueda en el mercado internacional, localizaron una partida de esta raza en Bélgica.En la actualidad cuentan con nueve vacas reproductoras, tres bueyes y seis terneros, junto a novillas cruzadas de highland. Además, preparan bueyes de esta raza, criados a pasto en el modelo ‘grassfed’, lo que hace que esta carne tenga «un color y textura muy peculiares». En este contexto, Antonio apunta que en países como Estados Unidos, Canadá o Inglaterra existen restaurantes y hamburgueserías exclusivas de esta raza.«Tengo mucha ilusión en estos animales”, comenta Antonio Gómez, que junto a su mujer administra en torno a 80 hectáreas, unas de propiedad y otras en arrendamiento. En su opinión, “no existen vacas que rentabilicen mejor su producción de carne con pocos aportes» que esta raza procedente de las espectaculares Tierras Altas de Escocia.

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