Mundo Agrario
Estos son los problemas que encuentra una ganadera de ovejas, de 40 años cumplidos, que empieza de cero
Beatriz Mendo Sánchez ha encontrado en el campo una nueva vida a sus 44 años pero no lo tiene fácil: "no hay ayudas pero sí burocracia"
Cuando empezó con su explotación de ovejas para lechazos IGP, hace un año, no sabía que la guerra de Ucrania iba a disparar hasta el extremo los precios. Tampoco imaginaba que no iba a tener acceso a ninguna ayuda. Cero. Es la historia de la ganadera, Beatriz Mendo Sánchez. “Mucho prometen pero a la hora de la verdad, nada”, lamenta mientras pone como ejemplo, la ayuda para los ganaderos que este año ha sacado la Unión Europea por la subida de precios por la guerra de Ucrania. “La subvención se pedía en la Junta pero como soy nueva y el año pasado no había hecho la PAC no tengo derecho y no lo entiendo. No tiene sentido que me la nieguen”.
Por ser nueva ganadera en el mundo rural tampoco ha recibido ayudas. “Como tengo 44 años y soy mayor de 40, no tengo acceso”.
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Carnicera de profesión, Beatriz llegó a la ganadería casi por casualidad. “Me quede en el paro y comencé a ayudar a mi pareja, Alberto, que siempre ha sido ganadero de ovejas. Vi que me gustaba y decidí montar mi propia explotación”. Comenzó entonces la búsqueda de una nave en alquiler. “Vi muchísimas pero ninguna estaba en condiciones hasta que gracias a un conocido de mi pareja, di con esta en Revilla Vallejera”.
Empezó desde cero. “Lo primero que hice fue ir al banco para pedir un préstamo para comprar las primeras ovejas. Me pidieron un proyecto para ver si era viable y ya, cuando me dieron el dinero, compre las ovejas”.
Para acelerar los plazos, muchas de estas 324 ovejas llegaron ya preñadas. “Fue un poco más caro pero mi objetivo era que pariesen a corto plazo para empezar a funcionar cuanto antes”. La bienvenida no fue fácil. “Seis se murieron por el cambio de alimentación y de entorno y dos crías no prosperaron”, subraya satisfecha, pese a todo, porque superado ese primer trance, no ha tenido más problemas. “El mayor riesgo llega con los partos pero salvo excepciones se suelen apañar solas”.
Para organizarse mejor, coordina los partos con tandas cada tres meses: en Navidad, Semana Santa y verano.
Ella apuesta por la ganadería extensiva. “Tengo rastrojeras (Conjunto de tierras que han quedado segadas o en rastrojo) que pago a la Cámara Agraria y luego tengo Revilla Vallejera, el monte, y el pueblo de al lado, Villamedianilla. Salen todos los días. “En verano las saco de 6 de la mañana a 11.30 horas y de 19.00 a 23.00 horas y en invierno cambio y las saco de 11.00 a 17.30 horas, aproximadamente”.
Gestiona la explotación sola, aunque en ocasiones le ayuda Alberto. “El lechazo es rentable pero últimamente se está poniendo todo del revés. Los precios de los medicamentos, las vacunas, los piensos, la electricidad… todo ha subido una barbaridad”, advierte consciente de que al pastorear todos los días se ahorra mucho en pienso. “Aquí solo alimento las que se quedan en la nave porque han parido. Únicamente complemento al resto si llueve mucho o nieva y no pueden salir”.
Pero, ¿Cuánto cuesta empezar de cero en una explotación de ovejas Churras? “Entre unas cosas y otras unos 40.000 euros”, detalla.
Aunque ella ha apostado por una raza de calidad, como es la Churra (con IGP), que se paga más que otras, los precios no son justos. “Yo a la hora de venderlos al carnicero, que se los lleva vivos, me tengo que guiar obligatoriamente por lo que dicta la lonja, pero luego el precio en carnicería se duplica y ya no te digo en el restaurante. Es una pena porque al final el eslabón que mayor esfuerzo hace de la cadena es el que menos recibe”, reivindica convencida de que como este desajuste siga, en veinte años no quedará un ganadero.
“El ser ganadero requiere de mucho sacrificio, entrega y dedicación; nuestros animales no entienden de fiestas, trabajamos los 365 días del año y no se valora, pero tenemos que tener en cuenta que sin ganaderos nos quedaríamos sin muchos alimentos”, advierte sin olvidar uno de los principales problemas del ganadero: la burocracia. “Cuando estaba intentando empezar estuve a punto de tirar la toalla, porque después de muchísimos papeles, porque hay que hacer papeles para todo, cuando ya lo tenía todo me dijeron que había entrado en vigor una nueva Ley y que tenía que presentar un proyecto medioambiental.
Fue una locura, en plenas navidades ponte a buscar un ingeniero agrónomo, que tiene que ver la nave, llevar los papeles a Valladolid para conseguir el número de explotación y comprar las ovejas. Yo las tenía apalabradas y por el retraso casi me quedo sin ellas”.
La burocracia pone en riesgo la salud de la cabaña
Con la explotación en marcha, los papeles continúan. “Al final el papel más simple cuesta 30 euros”. Más allá del dinero, la burocracia pone en riesgo, en su opinión, la salud de la cabaña. “Antes comprar medicinas era fácil. Ibas al veterinario y te llegaba la receta por tu veterinaria, pero ahora hay que ir primero a pedir las cosas y hasta que no llegue la receta no te lo dan y a ver, que cuando compras medicinas, que no son baratas ni las compras por capricho, es porque lo necesitas rápido. Al esperar 15 o 20 días corres el riesgo de que la oveja se te muera”.
En el monte el principal riesgo es el lobo. “Yo voy siempre con tres perros pero cuando me salió un lobo, no pudimos hacer gran cosa. Mató a una oveja y aunque con los perros la soltó, ya estaba muy herida”.
Pese a las dificultades, Beatriz no se arrepiente. “Me gusta y quiero vivir en el mundo rural. No pido ayudas todos los días ni mucho menos, pero que no nos asfixien con la burocracia ni nos pongan tantas trabas”, termina.
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