El Correo de Burgos

AVICULTURA

‘Gallinas Felices’, una «vuelta de tuerca» a la producción de huevos

La plataforma Espacio Ubuntu proyecta una explotación ecológica de 5.000 metros cuadrados, libre de maltrato animal, en la provincia de Burgos / Albergará razas autóctonas, europeas, americanas y asiáticas

Joserra González, de Espacio Ubuntu, encara con ilusión el proyecto 'Gallinas Felices' en Villasur de Herreros (Burgos). / SANTI OTERO

Joserra González, de Espacio Ubuntu, encara con ilusión el proyecto 'Gallinas Felices' en Villasur de Herreros (Burgos). / SANTI OTERO

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Burgos

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No es un santuario como tal, aunque el objetivo es que lo parezca. El nombre del proyecto lo deja claro: Gallinas Felices. La iniciativa, promovida por la plataforma Espacio Ubuntu, plantea una «vuelta de tuerca» a los modelos productivos actuales. Nada de exprimir para obtener huevos. Libertad absoluta de movimientos y total respeto al ciclo vital. Así funcionará la explotación de 5.000 metros cuadrados ubicada en la localidad burgalesa de Villasur de Herreros que entrará en funcionamiento a partir de «febrero o marzo» de 2023.Las aportaciones de más de medio centenar de micromecenas han permitido obtener hasta la fecha más de 9.200 euros para financiar el proyecto. «Tenemos una red muy diversa de gente que está sensibilizada con estos temas», explica uno de sus promotores, Joserra González, agradecido por el respaldo internacional que Gallinas Felices ha recibido desde enclaves lejanos como la India o Estados Unidos.Sobre estas «dinámicas de generosidad comunitaria», González sostiene que existe un interés creciente en «cambiar un paradigma que hace mucho daño, tanto a la naturaleza como a los animales, y tener mucho impacto a largo plazo». El proyecto arrancó porque «creemos que es posible» y, a tenor de la respuesta, da la sensación de que parece factible. Además, a lo largo de la campaña se han visto «cosas muy bonitas». Por ejemplo, cuando «la gente amadrina gallinas para otros».¿Amadrinar? Exacto. Ese es el factor diferencial que, según expone Espacio Ubuntu en la presentación del proyecto, «trasciende la transacción habitual con la naturaleza». Pues bien, la cosa funciona así. Cada participante -la idea es no considerarles clientes- amadrinan una gallina -o las que quiera- y después recibe huevos a cambio. Por ahora, se han preamadrinado 32 ejemplares a través del crowdfunding y se espera alcanzar «otras 30 más el año que viene».El excedente de huevos, apunta González, se distribuiría en canales de venta locales y asociaciones agroecológicas de la zona. En cuanto al reparto entre los mecenas, se establecerán puntos de recogida en Villasur, pueblos cercanos y Burgos capital. No en vano, una vez asentada la explotación se preguntará «dónde les parece más cómodo» porque «es un consumo responsable, pero también supone un esfuerzo» que podría flexibilizarse.«Normalmente, la relación que se daría con el consumidor es la de venta de huevos». Partiendo de esta reflexión, González asegura que la premisa de la que parte Gallinas Felices es la de «crear la figura del prosumidor». Es decir, personas que más allá de la mera relación comercial «apoyan el proyecto». Con todas las de la ley (natural). Porque «en invierno, que ponen menos, un prosumidor que está sensibilizado no va a dejar de apoyarte».La ONU en el gallineroMientras la explotación va tomando cuerpo (casetas, vallados, etcétera), Espacio Ubuntu contará con el asesoramiento de Juan Luis Carranza, de la Asociación Huerteco, para incubar las gallinas. Y no de una raza, sino de muchas. Autóctonas, en peligro de extinción, ejemplares oriundos de Asia, Europa o América.No podía faltar la negra Castellana, está claro. Pero la iniciativa también persigue crear un hábitat sui generis, similar a la ONU pero con gallinas, con razas tan dispares como la Isa Brown, Leghorn, sedosa de Japón, Araucana, Brahma, Easter Egger, Sussex... «Que los chavales vean que no hay un solo tipo de gallina sino un montón de especies, y que vean la particularidad de cada una». Dicho esto, González aclara que este refugio gallináceo estará abierto a visitas escolares. De esta forma, se pretenden inculcar que «se puede criar a las gallinas de una manera distinta» y manifestar que «consumimos huevos y no sabemos qué implica».A expensas de que la campaña logre recaudar 16.000 euros antes de acabar el año, sobre lo que más hace hincapié González es en la calidad de vida tanto de las gallinas como de los pollitos macho, a los que no se sacrificará. «Hay mucha explotación, viven hacinadas, enjauladas. Muchas veces no ven la luz del sol y no pueden desarrollar sus hábitos normales». Por eso, insiste, vivirán a su aire, con espacio de sobra, y sin presión productiva alguna. 

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