Tolerancia
Por MANUEL REMÓN
EL TORO de la Vega ha sido protagonista, un año más, de portadas de periódicos, de aperturas de telediarios y hasta de ‘Sálvame’. A nosotros nos ha tocado nuestra parte porque el toro que se pulieron a lanzazos era paisano.Elegido se llamaba, irónico nombre. Porque ya que si a uno le ha tocado ser toro le gustaría jugarse los cuartos en una plaza de toros, que para eso los ‘fabrican’. El caso es que cada año que pasa aumenta la virulencia de los enfrentamientos entre los defensores de lo que dicen que es una tradición -menos mal que el circo romano no ha seguido como tradición- y los que aseguran defender los derechos de los animales, que cada vez adquieren un tono que excede la mera protesta ‘pacífica’.Porque aun estando de acuerdo en que el Toro de la Vega es más o menos igual que tirar una cabra desde lo alto de un campanario, solo que a ras de suelo, es una celebración legal.Como lo son todos esos festejos infames en los que se cometen toda clase de tropelías con los toros.En lugares en los que, como ha pasado enCataluña, se prohíben los toros pero se protegen como ‘tradicionales’ las putaditas a estos animales en las fiestas de muchas localidades.Curioso. Y la irrupción de las redes sociales ha hecho que cualquier protesta, en este caso contra festejos como estos, adquiera una dimensión tal que hasta un recién elegido secretario general del PSOE entre directo en ‘Sálvame’ para tratar sobre el trascendental asunto del Toro de la Vega. Yo mantengo la teoría de que este tipo de celebraciones acabarán desapareciendo por sí solas. Algo que algún día pasará con los toros. Pero mientras tanto, lo ocurrido hace unos días en Tordesillas -y no me refiero a lo del toro sino a los enfrentamientos a pedradas- parece que va camino de convertirse en otra tradición.