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HAY profesiones y oficios que, inevitablemente, tienen unos horarios alejados de la normalidad. Y que es muy difícil cambiar por muchas buenas intenciones que haya en iniciativas que buscan horarios que permitan conciliar mejor la vida familiar con la laboral. Uno de esos sectores que está ‘condenado’ a moverse en horarios complicados es el de los comerciantes, especialmente los que tienen sus negocios en el centro histórico, donde todos los días son ‘lunes’.

De hecho, con las modificaciones normativas, la práctica totalidad de los comercios del centro ya pueden abrir sin limitación de horario. Una norma que, de una forma u otra, ya aplican desde hace tiempo comercios que hay en el entorno de la Catedral, locales que venden recuerdos y toda serie de objetos destinados a los turistas. Como esto no es Madrid ni Barcelona, lo de abrir todos los días a todas a horas es absurdo, así que los comerciantes del centro han optado por adaptar horarios a las características reales, y razonables, de este espacio que aglutina a prácticamente todos los turistas que vienen a la ciudad. Sobre todo, y con buen criterio, para potenciar las compras en días como los viernes y los sábados.

Porque lo de abrir todos los domingos, dicen los comerciantes del centro, es más un gasto que una oportunidad. Sobre todo porque la gran mayoría son pequeños comercios que, a diferencia de una media o gran superficie, no cuenta con la plantilla que permita un horario de este tipo. Y que también es una cuestión de costumbres, que en el caso de esta ciudad supondría unos pocos clientes y poco o casi nulo rendimiento en la caja. Así que es mejor que, como proponen los comerciantes del centro, los viernes y los sábados sean para las compras y que se dejen los domingos para la hostelería y el tapeo.

Para conseguir ese reto de reforzar los viernes y los sábados como días de compras también hay que llevar a cabo mejoras. Como las que afectan a esos locales que están vacíos y cerrados. Una cuestión sobre la que los comerciantes del centro también han incidido. Porque una cosa es que haya locales cerrados, algo que es inevitable en algunos casos teniendo en cuenta la situación actual, y otra distinta es que el deterioro que acumulan algunos de esos locales ofrezca una imagen de abandono que no es compatible con la que se pretende ofrecer.