Del latín politicus
PAÍS DE MENTIROSOS. País de cínicos. País de desvergonzados. País de corruptos.
Seguro que le ha venido a la mente un nombre. España. No sé si tendrá el mismo sentimiento de repulsión que tengo yo cuando aparece un nuevo caso de corrupción en nuestro país.
Es difícil reflejar la rabia que siente una cuando tiene que escuchar ‘lecciones’ de quienes hace ya tiempo que dejaron de saber lo que es hacer política y echaron por tierra valores y aptitudes esenciales como el compromiso, el trabajo, la valentía o el esfuerzo.
¿Por qué? Pues muy sencillo. Porque hace ya mucho tiempo que los intereses de los ciudadanos pasaron a un segundo plano y los intereses partidistas ocuparon el lugar equivocado.
Haber si les va quedando claro a quienes nos piden que nos apretemos el cinturón y que nos esforcemos un poco más, que la política es servicio no servirse de ella.
Me sobran del todo los políticos ‘fantásticos’ y los ‘fanáticos’.
Los primeros porque no aportáis nada, únicamente montáis castillos en el aire y hacéis promesas que luego no cumplís.
Los segundos porque aún no os habéis enterado de lo que significa tener capacidad crítica. Lamentablemente desconocéis que pertenecer a un partido político no debería representar seguir una doctrina a pies juntillas y no ‘salirse del tiesto’ ni siquiera cuando vuestro fuero interno os dice que estáis aprobando algo que no compartís.
Yo no dudo de que la política sea necesaria pero sí creo fervientemente que ha llegado el momento de tener en cuenta a quienes se acercan a la política por vocación y con pasión y no por el simple hecho de no haber encontrado ‘algo mejor’.
Por cierto; Política, del latín politicus, que significa ‘de los ciudadanos’.