Confusión
Hace pocos días, uno de los muchos casos de corrupción que afloran con frecuencia ha dado a conocer la descripción de un trastorno psiquiátrico que parece ser que sufre uno de los protagonistas de estos casos de corrupción. Se trata de un exlíder sindicalista minero, que ha alegado que padece un ‘síndrome confusional’ para no acudir al Parlamento de Asturias para explicar el origen de su fortuna oculta de 1,4 millones que regularizó acogiéndose a la amnistía fiscal del Gobierno.
Esta dolencia existe, y así lo han explicado expertos en la materia como el doctor Fuertes Rocañín. Manuales de psiquiatría como el DSM-IV explican que se trata de una “alteración del nivel de conciencia y de la atención, así como de diversas funciones cognitivas como la memoria, la orientación, el pensamiento, el lenguaje o la percepción”. Uno pensaba, hasta no hace mucho, que los términos político y fortuna no podían ir en la misma frase, al igual que sindicalista y fortuna, por aquello de los servidores públicos y bla, bla, bla. Pero por lo que se ve hay más de uno que ha querido hacer buena la frase que dice: “Yo de mayor quiero ser capitalista o comunista rico”.
No obstante, el ‘síndrome confusional’ es el que debe estar afectando a buena parte de la ciudadanía, aturdida por la falta de escrúpulos de quienes deben velar por gestionar lo público o por los intereses de los trabajadores. Y por eso confunde también ver las incomprensibles explicaciones que siguen dando determinados representantes políticos sobre resultados de sondeos como el último conocido del CIS. Es cierto, y se repite constantemente, que los resultados de las elecciones europeas o de las generales no se pueden extrapolar a las municipales. Pero en Burgos el escenario del Ayuntamiento puede ofrecer un panorama parecido al del CIS, ya que siempre ha habido un número importante de votos –miles- que han optado por opciones políticas diferentes al bipartidismo que, según el CIS, parece tambalearse.
Ese ‘síndrome confusional’ también debe afectar a los dos grandes partidos, incapaces de ponerse de acuerdo en adoptar medidas más contundentes contra los corruptos. Porque que nadie se engañe, corrupción ha habido siempre y la seguirá habiendo, pero que no le salga gratis al corrupto. Sin embargo, lejos de dar pasos para arreglarlo, los dos partidos más representativos solo logran confundir a los ciudadanos que alguna vez les han votado. La viñeta de Ricardo publicada en la portada de El Mundo del pasado 6 de noviembre es en sí misma todo un editorial a página entera sobre lo que ha pasado en los últimos tiempos.