El Correo de Burgos

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HACE un par de días estuvo en Burgos, invitado por este periódico, el juez José Antonio Vázquez Taín, para presentar su novela Al infierno se llega deprisa, su segundo libro. Entre las muchas e interesantes reflexiones que hizo durante la presentación de la novela en el Museo de la Evolución, hubo una que nos define como sociedad y, queramos verlo o no, es dolorosamente cierta. «Somos un país de bandoleros. Lo llevamos en la sangre».

Nos estamos echando las manos a la cabeza porque cada semana, cada día casi, aparecen casos de corrupción en el ámbito de lo público, de políticos deshonestos que se benefician de lo que es de todos para su lucro personal. O que benefician a personas cercanas, familiares, para gocen de esos privilegios.

De hecho, ya se están dando casos de recién llegados a esto de la política a los que se les ha descubierto conductas reprobables que se han conocido precisamente por saltar al ruedo político. Y si fueran consecuentes con su discurso ya se habrían echado a un lado.

Cuando el juez habla de bandoleros nos incluye a todos. Todos sabíamos, antes de llegar la crisis, de alguien, conocido o no, que había comprado un piso para venderlo mucho más caro al escriturarlo y especular con ello. O de los que hacían arreglos y ñapas sin IVA, o de los que accedían a las mal llamadas VPO pagando en negro alguna cantidad con la que otros se hacían más y más ricos. Defraudar, engañar, evitar con alguna trampa lo que es legal forma de nuestro ADN, como indica el juez en la segunda parte de su reflexión.

Otra de las cuestiones que planteó el magistrado en su intervención en Burgos es que para luchar contra la corrupción es necesario que los jueces, así como las fuerzas de seguridad que actúan como ejecutores de lo que dictan los juzgados, tengan más medios. Porque, dijo, están desbordados. Mientras una causa contra un corrupto se prolongue durante años, será muy difícil evitar que los casos mengüen porque se lanza el doble mensaje de que, primero, se tarda mucho en juzgar y, segundo, cuando arranca el juicio algunas de las conductas supuestamente delictivas han prescrito. Si al fulano ese que preparó aquella estafa piramidal multimillonaria en Estados Unidos se le juzgó en seis meses, aquí también se puede hacer.

Lamentablemente, nos acercamos a época electoral y las encuestas han hecho temblar a los dos grandes partidos. Será un periodo de promesas, pero nada más. Luego, volveremos a las golferías, no podemos evitarlo. Somos así.

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