El Correo de Burgos

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EN EL mismo lugar donde una vez se inventó la democracia, se reescribe la historia. Pocos siglos después vemos que a pesar de satélites y telecomunicaciones, las gentes volvemos a nuestros orígenes. Nada ha cambiado desde entonces en cuanto a nuestras sensaciones o emociones. Sin duda mantenemos la misma capacidad de perdonar, herir, reír y llorar. El mundo ha dado miles de vueltas en torno a su eje y la luna ha entrada en el salón de nuestras casas. Las distancias, acortado hasta el punto de ver en tecnicolor lo que sucede a miles de kilómetros, pero sin embargo, incapaces de adivinar lo que pasa por delante de nuestras narices. Un mundo regulado por leyes cada vez más complejas que sólo unos pocos entienden y los demás, acatamos. Reglas del juego que amansan la muchedumbre y blindan en palacios a quienes todavía hoy, creen estar por encima de los demás. Sirva el resultado de la voz griega que hoy habla con mensaje de rebeldía y cincel de historia. Se han plantado y puesto patas arriba el equilibrio interno y su papel en la forzada Europa comunitaria. Mentira en la que hemos creído al pensar que el dinero une a países y civilizaciones de distinta cuna. Que ingenuos. El dinero divide y marca fronteras. Sin embargo, la escusa de hacer una Europa fuerte ante otros continentes rivales, nos ha dado alas y a su vez, puesto frente al abismo. En mayor o menor medida, lo de Grecia puede suceder en nuestra España del alma querida o en cualquiera otro lugar. La cuestión está en entender que lo impredecible se hace materia y mármol cuando el sustrato de amargura e impotencia se ahoga en un sistema democrático atormentado e indolente. Nos asusta esto y al tiempo, alegra. Un sabor agridulce ante algo que se puede ir de las manos y destruir por su mensaje radical, las esperanzas de progreso en un momento tan frágil. Un toque a nuestros dirigentes les viene muy bien para que abran los ojos y no bajen la guardia. Un baño de humildad y tirón de orejas a nuestros políticos. Que salvo excepciones, se lo merecen. Lástima que la creación de estas nuevas tendencias de poder como Syriza y Podemos además de otras que sin duda vengan, sean de perfil retroalimentado por radicalismos en su mayoría de izquierdas mal interpretados. Oportunidad única para nacer un nuevo partido con perfil liberal donde caras jóvenes renueven a las quemadas. Un antes y un después, o lobos disfrazados de corderos.

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