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SE HA CERRADO el recuerdo a uno de los pasos más importantes que dio nuestra ciudad y que gracias a él, estamos como estamos y somos como somos. Cincuenta años pasan rápido si no te duele la barriga y como en otros casos, llegaron los premios, discursos y homenajes. Me he preguntado mil veces, si nuestra ciudad tiene alguna característica especial que la defina y distinga de otras. Sin duda, somos olvidadizos y poco cuidadosos con el árbol que nos da sombra. Por mucho que se empeñen en la gastronomía, catedral, fuentes blancas y el río, lo único que habla por sí mismo y en clave de organismo vivo que respira a diario, la industria que cayó como agua de mayo hace medio siglo. Corrían tiempos difíciles al poco de una España rota por la mitad y que alguien tuviera que ganar esa jodida guerra que revivimos los nietos. Cuando ya la olvidaron los abuelos y quieren hacerlo, nuestros padres. Pero, es así. No nos vino nada mal que el Régimen mirase para Burgos y apuntase con el dedo. Modelar el símbolo de resurgimiento y desarrollo. Fuimos de las pocas ciudades, afortunadas. Cierto que no es tan sencillo ni del todo cierto, tal cual lo cuento, pero aguas arriba, estalló el nuevo Polo Industrial a tiro de piedra, con un pueblo entre medias que se llamaba, Gamonal. Agroman Empresa Constructora dejaba su almanaque de humor en los despachos de alcaldes, con viñetas que dibujaban los edificios de Calle Vitoria, entre grúas, peones y albañiles que almorzaban a las once, con los encargados. Cuando aún se cantaba en las obras, porque la gente era más feliz que ahora. Por entonces le dieron un accésit de diez mil pesetas a Antonio Fraguas, Forges, con Antonio Mingote ente el Jurado. Medio Burgos se construyó en quince años, gracias al tirón industrial que ha llegado hasta nosotros. Media ciudad surgió de la nada y quizá, desarraigada y sin sentirse burgalesa, sigue levantando barricadas y buscando un lugar entre la reciente historia. Los cimientos tarden en asentarse. El de arriba se quedó pequeño y Villalonquejar dejó sitio para seguir industrializando una ciudad que alguna vez, fue de curas, putas y militares. Somos ciudad industrial que sigue viva gracias a los empresarios que se juegan el pellejo. Poco que agradecer a los prohombres que no han sabido aprovechar el gran potencial de estar en la encrucijada de caminos. Villa arriba y Villa abajo se encuentran en el 50 aniversario y se dan la mano. Dos hermanas siamesas buscan sitio para izar un monumento conmemorativo o dos, al paso que vamos. Viva la fiesta.