El Correo de Burgos

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SERÁ PORQUE ME estoy haciendo mayor, o porque las redes sociales se han vuelto para mí virtuales armas de destrucción masiva y cada vez me cuesta más participar de este caos interactivo, pero empieza a resultarme agotador ese postureo de mensaje estándar de condena social a golpe de tweet con el tema de moda. La aldea global y las nuevas tecnologías han propiciado que estemos tan bien comunicados que no demos abasto a tanta “noticia del día (del mes, del año)” y cada jornada haya un tema candente que los infatigables de las nuevas tecnologías puedan colgar, compartir, repetir, comentar... y que al día siguiente, como el periódico de ayer, sea olvidado por el nuevo asunto en la palestra.

Que nadie me malinterprete, la denuncia social es necesaria, útil y hasta saludable, pero siempre que se haga desde la honestidad y la buena conciencia. Contra eso no tengo nada, más bien al contrario, me sumo a su buen espíritu, les apoyo y les agradezco su dedicación. Me refiero más bien a esa gente que se cree más moderna y mejor por condenar el asunto del día en su muro de Facebook o retwittearlo en la red de los 140 caracteres y olvidarlo al minuto siguiente. Como si un simple mensaje de condena sobre una injusticia social, les eximiera de la parte de culpa que cada uno de nosotros tenemos cada vez que una foto, un informativo o la página de un periódico la ponen de manifiesto.

Es bueno que las personas hayan encontrado en internet una forma de comunicar hechos que afectan negativamente a la sociedad, pero hacerlo tan de puntillas sólo porque es el “chisme” del día nos aleja del verdadero propósito de esa comunicación que, a mi juicio, pasa por sensibilizar y concienciar sobre la necesidad de revertir ese hecho negativo.

Por eso me da la sensación de que, en algunos casos, es más una pose que una actitud y más un gesto de cara a la galería que una convicción real sobre el tema en cuestión. Y eso empieza a darme pereza porque aburre sobremanera desayunarse sabiendo que hoy todo el mundo hablará de lo mismo, porque es lo que toca hoy, pero que mañana habrá otro suceso que despierte su interés, aunque sólo por unas horas.

Y la culpa no es sólo de Internet, ojo, porque a los medios de comunicación nos pasa lo mismo; una noticia eclipsa a la anterior y lo que ayer fue portada hoy ya se ha olvidado. Tanto que, en ocasiones, profundizamos tan poco en los temas, que una cuestión importante se queda en un mero titular que tiempo después no somos capaces de recordar, porque hemos saltado al siguiente, y al siguiente, y al siguiente.

Pues bien, como el inicio de curso es un buen momento para hacer balance y plantearse nuevos objetivos, yo me he propuesto dos: por un lado, intentar evitar ese postureo en la medida de lo posible y, en segundo lugar, procurar sobrevivir a la pereza, mi gran pecado capital.

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