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EL TÍTULO de esta columna es el de un reportaje del programa ‘Documentos TV’ en el que se analiza cómo son las vidas de los deportistas de elite después de años de éxitos deportivos, de medallas, de portadas de periódicos, entrevistas y constantes alabanzas para pasar a estar fuera del foco y enfrentarse a la vida ‘civil’. Por supuesto, el reportaje no se centra en aquellos deportistas que con lo que han ganado en su vida profesional tienen para ellos y diez generaciones. No. Habla de nombres que seguramente a la mayoría ni le suenen. Joan Lino Martínez, Carolina Pascual, Jordi Lopart, Pilar Hidalgo o Montse Puche. Solo entre estos nombres hay una medalla de Plata en Barcelona 92, una de las mejores jugadoras del balonmano español de siempre, un bronce en Atenas 2004 y una medalla dePlata en Moscú 80. Bien.Pues, en algunos casos, esos años de trabajo constante, con muchos sacrificios, para conseguir los mejores resultados en sus disciplinas no cuentan para su vida después del deporte. En la gran mayoría de los casos deben reinventarse, en otros, los más duros, acaban en el paro sin perspectivas laborales, y en otros, los más dramáticos, se quitan de en medio. Este reportaje sirve para ilustrar lo poco que se valora el talento, en un país en el que la meritocracia se ha sustituido por el enchufe.Solo hay que formar parte del grupo adecuado, tener el contacto correcto para acceder a un puesto que no se merece y en el que seguro que merecería estar otra persona más capacitada. Quizá el origen de este problema con el que se encuentran muchos deportistas de elite radique en el que se apunta cada vez más como uno de los principales males que tenemos en España, la educación. En vez de fomentar las capacidades y los méritos, llevamos mucho tiempo cercenando todo atisbo de talento, con una mal entendida educación igualitaria, cada vez más alejada del esfuerzo. Como así confirma un reportaje muy revelador de lo que somos.