El Correo de Burgos

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NO LO VA A TENER nada fácil el concejal de Cultura, Fernando Gómez, para superar la crisis del ‘dietasgate’ o, más sencillamente, el ‘caso Gómez’.La oposición le ha señalado y quiere que dimita sí o sí. El asunto vuelve a poner de manifiesto el control del dinero que se hace en las instituciones públicas, en concreto por el Ayuntamiento. Lo que ha puesto de relieve este caso es que la administración, en este caso, sigue contando con unos mecanismos obsoletos del control del gasto que no se corresponden con los tiempos que corren.

El trabajador de una empresa que viaja por motivos laborales lo que hace es pasar la factura o facturas correspondientes de los gastos que ha generado. Viaje, alojamiento, comidas,... gastos concretos, en definitiva, que se pueden justificar y pagar. El término dietas que aplica a mayores la norma que aplica el Ayuntamiento es un cajón desastre que permite interpretaciones equivocadas.Sigue siendo necesario simplificar el funcionamiento del Ayuntamiento para evitar esta clase de equívocos.

Pero lo que no tiene mucha interpretación es que si acudes a un evento invitado con una institución -sea Fundación Proyecta o el Plan Estratégico- que te paga el viaje, el alojamiento o la manutención pases después una dieta al Ayuntamiento. Porque entonces será cuando hay que justificar ese gasto y sea más que complicado explicarlo. Sobre todo en una época en la se mira con lupa la labor de los representantes públicos. Sobre todo, también, cuando esos representantes públicos tienen una dedicación exclusiva, lo que hace que la frase ‘va en el sueldo’ tenga todo el sentido.Especialmente cuando estas bajo el foco público. No solo hay que ser honrado, también hay que parecerlo. Y la buena fe, como ha insistido una y otra vez Gómez durante los últimos días, no basta.Ya sabemos cuántos desastres han comenzando con las buenas intenciones.

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