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LA AVALANCHA de cifras que acompaña cada presupuesto, sea el del Estado o el de la Comunidad que recientemente se ha presentado, deja siempre una extraña sensación. Esa que se recoge en el epígrafe de las inversiones reales. Las que, según indica el encabezamiento, son los auténticos números que se traducen en proyectos concretos. Sin embargo, las cifras esconden a veces paradojas, como que se presupuesten cantidades de dinero que no se ejecutan a lo largo del ejercicio, por lo que la pregunta, inevitable, que surge a quienes, como yo, no tenemos una buena relación con los números es ¿qué pasa con ese dinero? El pasado año, con motivo de la presentación de los presupuestos de la Comunidad para este año que está en su recta final se dio la circunstancia de que no aparecía partida para el parque tecnológico, ese gran mito de los proyectos todavía no iniciados en Burgos. Hubo que llevar a cabo una enmienda para que se pusiera negro sobre blanco una partida de 11,3 millones de euros para un proyecto que sigue paralizado.Esta vez se han consignado 6,4 millones de euros para labores de urbanización. Esperemos que esta vez no solo sean cifras y se vean las máquinas sobre el terreno, que son las que permiten constatar las inversiones reales. Unos cambios de cantidades que dejan un poco desorientado, la verdad. Siempre se ha dicho, y con razón, que los presupuestos se deben valorar por lo que se ha ejecutado, no por lo que se dice que se quiere ejecutar. Quizá habría que esperar a cerrar el ejercicio para poder valorar con más criterio si unos presupuestos son inversiones, sociales o rácanos. Sí que es real, por ejemplo, el esfuerzo que se ha realizado en Educación en lo relacionado con la siempre necesaria mejora y adecuación de los centros escolares. Inversiones como la del Antonio Machado que permitan que los escolares acudan a unos colegios dignos y en las mejores condiciones posibles.