Cantos de sirena
AL TIEMPO que se quema la mecha de este año 2015 entre cava y cordero, algunos guardan vigilia y afilan los cuchillos de diciembre. Será el mes que inicie la ascensión a esa nueva cordillera de picos por escalar a la que llegarán los más osados. Hoy es el lunes que posiblemente cambie la historia de nuestra España desgastada por el hastío de una transición que está vieja y quiere renovarse o morir como una crisálida del frío. Mutar hacia una forma nueva en la que el destino que se escribió en las enciclopedias de los vencedores, cambie de letra y guión también. La suerte está echada y mejor que nunca, cuadran los números para que nuestra Patria burguesa se retuerza en manos del pueblo llano que, aunque no se ha revelado suficientemente, tira de la espoleta. Los barones socialistas a quienes les asusta la revolución precipitada están en este momento, sentados en la mesa. Quizás, sin mantel. Sánchez sabe que de perder las riendas saldrá por la puerta trasera de los presidentes que no hacen historia y es por esto que se agarra a un clavo ardiendo. O él o el destino de la piel de toro. Felipe González no era menos novato que éste cuando entró a saco y dictó un futuro que aún está vivo. Pero los tiempos han cargado de dardos envenenados el aire del Congreso de los Diputados en la Carrera de San Jerónimo. El feo Rajoy no sabe pactar con el diablo ni salen las cuentas con la intermediación del niño Albert Rivera. Por encima de todo, antaño, izquierdas y derechas tuvieron clara la noción del espacio y tiempo bajo el lema sagrado de la unidad geográfica. Ahora nos jugamos en el casino de la política el doble o nada y el hacer saltar la banca. De todos es sabido que España es de izquierdas contenidas por el hambre o por su destino, y que bajo la ley del péndulo de foucault regresaría su hegemonía. Sin embargo, nunca se pudo pensar que lo fuese de esta manera donde las matemáticas suman el imposible de la gobernanza. Sigue habiendo dos grandes partidos que necesitan mirarse a los ojos como lo hacemos el resto cuando día a día, caminamos juntos y no nos preguntamos de qué lado somos ni marcamos líneas rojas. Así será que la mayor parte de españoles, por no entenderse, tengamos que jugar el juego de las minorías que sueñan con una revolución onírica. Pronto lo sabremos y habrá gobierno de izquierdas, contaminado por incertidumbres y pactos esquivos. El bravo Sánchez ha de atarse al mástil con siete vueltas de soga como Ulises en la Odisea. Son muy bellos los cantos y los pechos plateados de las sirenas.