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SON MUCHOS los frentes abiertos que tiene nuestro ayuntamiento en cualquiera de los campos que llenan la ciudad. Hablemos de lo que es competencia exclusiva a sabiendas que me dejaré alguno. Lo social, lo cultural, la seguridad, el trasporte y movilidad, la proyección de ciudad de puertas adentro. La venta de nuestra imagen y potencial traspasando el término municipal. La relación con otros pueblecitos que tienen territorio para prestarnos y nos delimitan. El diseño de la ciudad con altura de miras ante los retos y posibilidades. La conservación de los espacios día a día, tan desgastados. La vida cultural y mimo a los artistas. La consolidación del patrimonio cultural. La búsqueda de una palabra mágica que nos defina y que aún no hemos encontrado. Perder los complejos y clichés preconcebidos. Imaginar un gran proyecto diseñado sobre el paisajismo de una ciudad excepcional en zonas verdes y agua cristalina. El abrir los ojos ante la suerte de tener una industria que lejos de estar protegida como un tesoro, vive su presente con incierto futuro. La posición en el juego de roles dentro nuestra Comunidad Autónoma. Qué hacer para que nuestra población envejecida se revitalice y el censo suba en lugar de bajar. La sagrada palabra de proteger nuestra joven Universidad. El entender la provincia como una prolongación del espacio temporal que puede reforzar la riqueza. Asumir que el frío de Burgos puede venderse como un metal preciado para un turismo que no quiere exclusivamente llenar la andorga. Reconocer que por encima de lo gastronómico está lo cultural. Leer el pensamiento de los burgaleses más allá de las peñas, asociaciones de todo tipo, consejos de barrio y distritos. Que la participación ciudadana sea mucho más que lo que hasta ahora ha sido. El deporte desde los niños a los viejos. La música y cultura. Reforzar nuestra posición como nodo de transporte en la línea recta por ser el camino más corto, por tierra y aire. Abrir puertas y reforzar las ideas de asistencia y apoyo a muchos burgaleses en exclusión social y económica. Respeto a identidades ideológicas, culturales y religiosas de un siglo de las luces que nos da una nueva oportunidad. Nuestra lengua castellana como pauta de enseñanza y reafirmación. Que la palabra energía y respeto al medio ambiente sean compatibles. Nunca las prisas fueron buenas para intervenir en partes singulares de nuestras calles y plazas cuando las baldosas y adoquines se despegan. Y en el consistorio, este cóctel de ideas para los concejales, que se lo beban.