Cerrar

Creado:

Actualizado:

Entre las puertas de entrada y salida que son Villafría y Villalbilla, se extiende a nivel de suelo esa alfombra que pisan los peregrinos cuando cruzan de este a oeste nuestra ciudad. Entran cansados y con pies llenos de callos, pero salen como dignos embajadores de lo que han visto en la travesía. Cuando llegan a Santiago y vuelven a sus casas, cuentan de cómo es la gente de Burgos a través del recuerdo fugaz que les impregnan las imágenes de nuestros edificios, nuestras calles, nuestros remansos y rincones. No mienten ni engañan. Son sinceros y hablan de una urbe castellana de pura cepa donde el olor a leña aún sale por chimeneas en invierno y de ello sienten nuestro calor. La ruta que atraviesa el Camino de Santiago se acomoda por el antiguo Pueblo de Gamonal entre casitas que riñen con los edificios sin escala de Calle Vitoria. A bocajarro bajan paralelos al río entre semáforos y pasos peatonales con el bastón y su mochila a cuestas. Ahora que el Ayuntamiento se ha puesto las pilas en el afán de dignificar solares abandonados en el Casco Histórico, chinchando a sus propietarios, aturdidos por la crisis más dura de la historia moderna, como en Plaza de Vega, esperemos que también lo haga en los que él tiene medio empezados o a medio terminar. Las Nikon fotografían en carretes japoneses que circulan por la red de las redes, la vergüenza consentida entre los números 187 y 237 de Calle Vitoria, sin solución de continuidad. Solares abandonados, tapias que esconden basura y tejados hundidos. Letras de una historia mal entendida por quienes hoy la interpretan y sobre ellas tienen la potestad de coordinar entre Administraciones Públicas y auparlas. Son cuatrocientos metros de vergüenza urbana que de izquierda a derecha se enmarca por medianeras de once plantas, encaladas en blanco, desnudas y descarnadas. Justo a mitad de esa distancian en el 203, el Centro de Peregrinos de iniciativa municipal a medio construir y abandonado a su destino. Apuesta de la anterior legislatura de la que al parecer, todos los de hoy se han olvidado o prefieren no meter mano por si las moscas. Gamonal aún es un hervidero y nadie se atreve a abrir el debate de conectar de forma respetuosa, Casa la Vega con Eladio Perlado. Queda mucho por hacer en nuestra trama consolidada, cosiendo, remendando y regenerando en buena lid. Y en esto es fácil mirar la paja en el ojo ajeno y no ver la viga en el alma.