El Correo de Burgos

JORGE M. MOSQUERA

Sánchez y la plurinacionalidad

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No se encuentra en el diccionario RAE o similares el término plurinacionalidad. Sí, plurinacional como aquél que disfruta de múltiples naciones o que hace referencia a la coexistencia de dos o más grupos nacionales dentro de un mismo gobierno, estado o constitución, o nacional como la condición que reconoce a una persona la pertenencia a un estado o nación con derechos y deberes políticos y sociales y también nación definiendo el territorio en el que vive un grupo de personas pertenecientes a una misma comunidad, constituya o no un estado.

Larga introducción necesaria para concluir qué ciertos políticos, sin una mínima lectura, han pretendido acuñar su propio concepto de nación. Se han empeñado en darle brillo a ese término y utilizarlo para aquello que cubra sus propios intereses, partiendo de la base de que no existe en España un solo estado o una sola nación, sino varias y además perfectamente compatibles entre ellas.

El nuevo PSOE y el nuevo Pedro Sánchez, ambos ratificados en el 39 congreso han forjado la peripecia de que España pueda ser una nación de naciones sobre la hipótesis de que cada autonomía constituye una nación. Primero fue el encaje del federalismo asimétrico de Felipe González y ahora la “nacionalidad cultural”, términos medianamente entendibles pero que, posiblemente, por los auspicios de Pablo Iglesias inmediatamente han retornado al tran tran de la nación de naciones.

Lo lamentable es que propugne la plurinacionalidad al mismo tiempo que los secesionistas propugnan la autodeterminación. Aunque Sánchez se ha mostrado contrario a un referéndum de autodeterminación, lo cierto es que esta plurinacionalidad abrigaría la cuestión vasca y catalana, por lo que quedaría por conocer cómo se queda en la práctica la nación de naciones, una vez hecho el favor a esos territorios.

Quizá tenga que ver la nueva ideología, en la que la plurinacionalidad se propugna como medida de castigo al objeto de mantener la apariencia de izquierdas que parece ha tomado el PSOE actual, como ha hecho con la negativa a ratificar el Convenio de Comercio con Canadá.

Como la vez anterior con su no a Junker, Sánchez se la ha jugado de nuevo apoyándose en el voto de sus ciento cincuenta mil militantes. Ahora serán los ciudadanos quienes digan si la nueva tendencia política “somos la izquierda” llama la atención de los votantes correspondientes a más de 85 escaños.

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