El Correo de Burgos

Editorial

Un 155 eficaz que restaure la legalidad

Por CRISTINA AYALA, senadora PP por Burgos

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Esta semana mi hijo pequeño me preguntaba, «mamá ¿qué es eso del 155, que la televisión no hace más que hablar de ello a todas horas?»

Es difícil contestarle para que se haga idea de que estamos ante un momento histórico, de esos que se imprimen en los libros de texto, y sobre todo, lo más complicado es trasladarle la responsabilidad que supone acertar en las medidas que el pleno del Senado tendrá que aprobar el viernes 27 de octubre.

No hay mal que por bien no venga, ampliamos cultura democrática, conceptos nuevos e importantes, que están mucho más relacionados con nuestro día a día de lo que pueda parecer: es un poco como lo de la prima de riesgo, o como el 99.5 del Constitución, nadie sabía muy bien lo que eran hasta que los medios de comunicación nos empezaron a contar hasta la extenuación cuánto subía la prima, o si pasados dos meses de las elecciones sin investidura habría que convocar nuevas elecciones (que puestos a recordar, anda que no lleva este Presidente situaciones complicadas a las espaldas).

Hoy, todos sabemos que el 155 es el último recurso a aplicar cuando una comunidad autónoma se empeña en incumplir la ley, y precisamente es el último de los recursos porque entramos en territorio inexplorado, en el que habrá que ir viendo la efectividad de cada una de las medidas, e incluso proponer nuevas medidas según avance la situación.

Estas medidas que deberá aprobar el Senado, aplicar el Gobierno y controlarse cada dos meses por el Senado tienen un objetivo básico: restaurar la legalidad que se ha venido pisoteando desde primeros de septiembre, cuando el Parlament aprobó la ley de referéndum y la de transitoriedad (metiendo en el orden del día a hurtadillas el asunto, aun con el criterio en contra de los Letrados de la Cámara, y ninguneando los derechos del resto de parlamentarios que no estaban a favor de esta tropelía) o cuando se llevó a cabo la mascarada de referéndum, o cuando el Molt Honrable proclamó la República catalana durante 8 segundos. Es evidente para todos los que no estén ciegos, o no tengan interés en que nuestro país de desplome, que ha llegado el momento del último recurso: la concreción del 155

Las medidas concretas que se propone aprobar el Senado no van a ser sencillas de aplicar: cesar a un gobierno autonómico, filtrar previamente las decisiones de su Parlamento, controlar sus finanzas, así como las comunicaciones y servicios digitales, coordinar medidas de seguridad y los despliegues necesarios de Policía Nacional y Guardia Civil. No puedo entender a quiénes pretendían la aplicación como una especie de respuesta automática a la primera bravuconada de los separatistas.

Esta es la semana clave, la que conllevará que el Senado cobre un protagonismo nunca visto hasta ahora, la que conllevará que nadie en España vuelva a pensarse que se puede incumplir la ley. Ayer se designaron los 27 miembros, hoy se constituye la Comisión, se otorga un nuevo plazo de alegaciones al Presidente Puigdemont, el jueves se debatirán las medidas en la Comisión y por fin el viernes se solicitará su aprobación en el Pleno.

Los últimos rumores parecen dar cabida a que el Presidente catalán vaya al Senado el viernes. Ojalá detenga su locura ahí, porque lo hecho hasta ahora tendrá efectos, ya los está teniendo, y son devastadores, pero puede evitar que aun sean peores. Y un Gobernante, jamás de los jamases puede permitirse llevar a su pueblo ante el abismo, y él les está conduciendo con paso firme.

Entre las fuerzas constitucionalistas vamos a volver a colocar a Cataluña donde siempre debió estar: del lado de la ley, y de la democracia. No se trata de si las medidas del 155 son duras o blandas, se trata de que sean eficaces, y sobre todo capaces de recuperar la convivencia, la legalidad, y la pujanza económica, porque las tres cosas se están yendo por el sumidero por la locura de unos pocos.

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