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LAS NOTICIAS contradictorias en torno a la recuperación y la creación de empleo no dejan de sucederse. Unos días antes de que las cifras del paro en enero reflejasen un casi imperceptible descenso del desempleo en un mes que suele ser tradicionalmente malo, de golpe y porrazo Siemens Gamesa anunciaba que iba a cerrar la planta de Miranda y dejaba sin empleo a más de 130 trabajadores. O, en el mejor de los casos, les ofrece un ‘destierro’ de Miranda. Lo que le faltaba a una localidad a la que se ha ido descapitalizando su industria a pasos agigantados. La empresa aduce, para justificar el cierre, que la planta de Miranda fabrica un tipo de pala de aerogeneradores que apenas tiene demanda. Los representantes de los trabajadores les han recordado a los responsables de la compañía que sabían que eso podía pasar y que había que haber adoptado medidas para que planta se pudiera adaptar a los cambios. Las grandes cifras señalan que se está creando empleo. Pero el que se crea es de peor calidad, más precario y en peores condiciones. El alcalde, Javier Lacalle, afirma que la llegada de Agrolab y otras cinco empresas más interesadas en instalarse en la ampliación del polígono de Villalonquéjar supondrá la creación de cerca de 200 puestos de trabajo. Cierto. Pero también lo es, y ahí reside la paradoja, que unos días antes se confirmaba que la pobreza se está cronificando en muchas familias, que no tienen recursos para poder pagar gastos básicos como la vivienda o la luz o el gas. Y no es que sea solo un sector de población que suele solicitar con periodicidad estas ayudas. También llegan nuevas peticiones de personas que, a pesar de que tienen un puesto de trabajo, no pueden asumir los gastos del día a día. No basta con tener trabajo, es necesario que ese empleo permita vivir con unos mínimos. Hay que crear empleo, sí. Pero es necesario que suban las retribuciones porque si no se seguirá ahondando en la cronificación de la precariedad que seguirá abriendo grietas más grandes en la sociedad.