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CUESTA entender cómo es posible que la colocación de una pasarela como la que conecta a vecinos del entorno del Crucero lleve camino de los dos años.Sobre todo porque se trata de una obra que, sobre el papel, no es complicada. El nuevo Gobierno se ha encontrado sobre la mesa este proyecto -y muchos otros, aunque más complejos- que afecta a diario a cerca de medio millar d e vecinos de la zona.De manera especial a personas mayores y con movilidad reducida que se ven obligados, desde noviembre de 2016, a dar un rodeo para pasar al otro lado de la autovía de ronda. A pesar de que hace meses que se presentaron hasta 19 ofertas para hacerse cargo del proyecto, lo que hubiera facilitado la elección de una propuesta que aunara ahorro de tiempo y dinero. Sin embargo, la lógica revisión de este y otros proyectos por parte del Gobierno actual hace que las previsiones para que la nueva pasarela esté colocada donde debía desde hace tiempo hagan complicado que pueda estar antes de que acabe este año. Los vecinos ya han mostrado su malestar y no descartan que, si no hay alguna explicación, con plazos de por medio, se movilicen después del verano. Aunque es un proyecto de un calado mucho menor que otros, como la autopista o la llegada del AVE, lo cierto es que desde que se eliminó ese paso elevado, el día a día de esos vecinos ha sido peor, más incómodo. Y, a lo mejor, el próximo invierno tienen que pasar parte sin tener todavía colocada la pasarela. El nuevo Gobierno, por cierto, ya ha podido comprobar, más concretamente el nuevo subdelegado, que la decisión de liberalizar la autopista AP-1 cuenta con el rechazo de los trabajadores de la concesionaria. Es lógico que se manifiesten porque están en juego sus puestos de trabajo. Esta semana se han movilizado a las puertas de la Subdelegación para pedir que se realice otra concesión. De momento, el Ministerio de Fomento ya ha comunicado por escrito a la concesionaria que va a liberar la autopista cuando acabe la concesión en noviembre de este año.