El Correo de Burgos

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LA TENSIÓN en la política municipal, como ha ocurrido esta semana en la nacional con los dos grandes partidos, va aumentando. Será que cada vez están más cerca las elecciones municipales y que también están aún más cerca otros comicios, en este caso los de Andalucía, y empieza a influir en el enrarecimiento de del clima político. Porque no parece muy normal que una comisión extraordinaria deFomento, en la que se debatía sobre el uso de compost de la depuradora, se desarrollará en medio de un ambiente tan crispado, con gritos. Debe ser cosa, ya digo, de ese ambiente preelectoral en el que se han instalado todas las formaciones. Hasta alguien como el concejal deMovilidad, Jorge Berzosa, que en sus intervenciones públicas nunca da una voz por encima de otra y mantiene un tono de voz sosegado, se mostraba muy enojado con las críticas vertidas por el edil de Ciudadanos Jesús Ortego respecto a las quejas de usuarios de autobús. Críticas, por cierto, que el edil de la formación naranja mantiene, por lo que no parece un capítulo cerrado. No sé si se llegará al extremo de romper relaciones, pero ahora que empieza a hablarse más de elecciones, situaciones como la vivida en esa comisión extraordinaria de Fomento es posible que se puedan dar con más facilidad. Y más cuando no hay visos de que pueda haber acercamientos entre el PSOE y el PP para hablar de los presupuestos.El equipo de Gobierno los da ya por prorrogados, y más cuando contemplan inversiones plurianuales que el PSOE puede reivindicar como propias. Y cada vez que el alcalde visite una obra de un barrio o presente una modificación del Plan General, como la del otro día para el proyecto del Hospital de la Concepción, sin avisar o invitar al principal partido de la oposición ya sabe que el reproche será inmediato. Como ha sido. Pero con todo, esta disputa entre los partidos, con la cercanía de las elecciones, es lógica, siempre que no sa salga de las mínimas normas de correción y respeto. Más sorprendentes son ciertos comportamientos de personas que tienen un cargo representativo, así como quienes les acompañan, que están ahí a dedo porque, a nadie se le escapa, forman parte de un partido, ni siquiera estaban en ninguna lista electoral.Por eso les es exigible, más que a nadie, dejar a un lado ese sesgo partidista porque se corre el riesgo, a veces, de cometer errores de bulto, ya que el cargo va más allá de las siglas.

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