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DECÍA el otro día el alcalde, y ya candidato, Javier Lacalle, que se han hecho muchas quinielas desde los medios de comunicación sobre si continuaba o no continuaba.Quinielas, siempre según el término deLacalle, que empezaron a señalar que él no se quería presentar para optar a un tercer mandato y que la final se han quedado en el punto de partida. El que marcó el nuevo presidente del PP, PabloCasado, que quería que Lacalle fuera el candidato porque consideraba que era el mejor posible para los ‘populares’. Y ese era el plan A. Era difícil que el alcalde se resistiera, por mucho que haya estado meses y meses de reflexión, de dudas, que se traducían en que no quería repetir. Como dijo el presidente del PP de Burgos,César Rico, ha sido un mandato complicado, en el que Lacalle estuvo cerca de perder la Alcaldía a manos de una moción de censura que se desactivó en los despachos de Madrid. Un mandato en el que ha tenido que gobernar en minoría, en el que se ha visto obligado a pactar buena parte de las inversiones de la ciudad con el PSOE. Ayer mismo, durante la presentación de los candidatos del PP a las alcaldías de las principales ciudades de Castilla y León, Lacalle repetía que se veía con«ganas y con confianza», a lo que añadía que si no se hubiera visto con ganas, no se hubiera presentado. De ser así, lo de las ganas de seguir, lo hubiera tenido decidido mucho antes, en vez de alimentar, con su silencio, las quinielas que ya ponían sobre la mesa otros nombres, reales o no. Si hay ganas, tampoco se acaba decidiendo, asumiendo más bien, en las dos semanas previas a la presentación de los candidatos. Es lógico que esas ganas e ilusión con las que dice que asume encabezar de nuevo la candidatura se hubieran diluido en el tiempo porque no es lo mismo gobernar en mayoría, cuando no tienes que contar con el resto de los partidos para tomar decisiones, que estar consensuando todo. Sin embargo, ese es el nuevo signo político, y ese será el escenario que se verá tras la elecciones municipales del próximo 26 de mayo. El partido que gane tendrá que ponerse de acuerdo con otros para poder gobernar. Y eso es complejo, pero a la vez es más interesante porque no se podrán adoptar decisiones importantes que no hayan pasado antes por el debate previo de los partidos.