Tela por cortar
PUEDE SER que un día llamen a la puerta y pidan que seas candidato a alguna de las nuevas formaciones que se gestan o están en el banco de pruebas. Una cosa es esto, amén de la decisión que tomes a bocajarro sin buscarlo. La otra y habitual, desde la dulce adolescencia te entrenen en el ideario político que perfila tu flequillo y forma de vestir. Juventudes de ideología en derechas e izquierdas, existieron y cuajaron en la mayor parte de los actuales representantes a nivel local, autonómico y estatal. Una forma de hacer méritos para alcanzar esa gloria que tanto anhelan los que están, ahora que ven cómo se mueve el escaño que les hacía parecer dignos augures. Sólo les falta la toga griega y el oráculo sagrado de la verdad en el hemiciclo de mármol y cortinas persas. La forma de hacer carrera política, afortunadamente ha cambiado, no hace falta cantera ni arengas de viejos, mutilados en tantas campañas perdidas. Nacen por generación espontánea en concentraciones de Puerta del Sol o conclusiones de asambleas de Colegio Mayor. La casta de políticos a la vieja usanza se muere sin dejar otra historia escrita que la del hastío y distancia con el mundo real que les seleccionó para que representasen. Generación perdida que no entienden lo que pasa dentro de sus carteras y salones de plenos, como tampoco entienden lo que es la vida a pie de calle. Viven en su mayor parte, esos mundos de Yupi barrocos y leen prensa local a primera hora de la mañana, por si hablan de ellos. Son tiempos irreverentes de escrache y valor de la espontaneidad que la frescura e inocencia, conceden a quien entra ahora en política. Igual que nuestra cara se cuartea como el papel de estraza y pinta de lunares, tan lento que el espejo traiciona nuestra fotografía diaria, así pasa con políticos que el día a día engaña y empuja al ostracismo. Cada atardecer esconde la milésima que no se observa en el amanecer, pero está. Burgos, donde nacemos y pacemos, donde amasamos y molemos, es más viejo de lo que todos creíamos. No se fundó en el 885 en números redondos por el Conde Diego Porcelos según historiadores, sobrecogidos por la reciente Tesis doctoral de mi colega Eloy López Zamanillo. Venimos de escarceos romanos de Sasamón, me lo creo porque llevo 25 años haciendo la vista gorda al patrimonio cultural enterrado en huertos y jardines desde que soy asesor municipal. Nos han caído de repente quinientos años más de historia y bienvenidos sean. Habrá que ampliar el árbol genealógico de alcaldes y alcaldillos, concejales y concejalillos, bufones de palacio, escribas, contadores y claveros. Tierra sagrada que no es de nadie, queda mucha tela por cortar.