Regar las raíces y no las ramas
LAS administraciones públicas de los tres niveles están recibiendo presiones directas por parte de los llamados agentes sociales para que, de la misma forma que están atacando la crisis sanitaria empleando recursos y tiempo de planificación, se piense en paralelo en el impacto económico que la situación genera ya después de casi dos semanas de obligatorio confinamiento. El Gobierno estatal lanzó el anuncio de una millonaria aportación para compensar los efectos de esta segunda recesión y ayer mismo el presidente de la Junta de Castilla y León presentaba el paquete de medidas que se ha acordado en el marco del Diálogo Social y que movilizarán más de 200 millones de euros, una vía de sustento en las venas de la economía regional. Adicionalmente, no son pocos los ayuntamientos que complementan desde su ámbito de competencias, las medidas estatales y autonómicas con anuncios de ayudas y aplazamiento de impuestos. Esta medicina tiene que demostrar ser efectiva en la economía real puesto que de otra forma será simplemente un placebo que beneficiará, como de costumbre, a las mayores empresas y las más capaces de hacer jugar en su favor las ayudas administrativas. Las pymes y micropymes, los autónomos que son a su vez empresa y trabajador no se suelen mojar en esta lluvia de millones porque los árboles empresariales más grandes también aquí les hacen sombra y las gotoas de agua que les podrían dar la vida no les llegan con la abundancia necesaria. Para evitar que esas ayudas se queden en lo alto de bosque y no lleguen a las raíces de la economía hay que regar por lo bajo y no por lo alto. Hay que ir a los costes de funcionamiento de las empresas y, especialmente, de los autónomos y pymes, que concentran más del 90% del empleo en Castilla y León. Es mejor condonar el pago de determinadas obligaciones fiscales que favorecer líneas de aval y crédito que suponen más deuda y a la larga pueden acabar con un hundimiento diferido de la empresa. Los préstamos hay que devolverlos y pensar que hoy se puede vivir de prestado queriendo saldar la deuda con el ingreso futuro es hacer castillos en el aire. Los pequeños empresarios que ven en juego su pan y el de sus empleados saben que cuando escampe la crisis del coronavirus saldrán a un panorama económico desolador, con una recesión económica muy previsible ya, y en un momento en el que la demanda interna volverá a caer igual que tras la destrucción de empleo de la crisis de 2008. Lo que sí ayudaría desde ya es rebajar los gastos: condonar impuestos, bonificaciones a la Seguridad Social, asumir costes por las administraciones y otras medidas similares que incidan en compensar la falta de ingresos con un gesto público real. Cuestión de voluntad política.