¡Cuidemos a los sanitarios… para que nos puedan cuidar!
JOSÉ CARLOS FUERTES ROCAÑÍN
LA SOCIEDAD Española de Psiquiatría ha recomendado al personal sanitario que se cuide física y emocionalmente, ante la tormenta que supone un brote pandémico de coronavirus (Covid-19) como el que actualmente sufrimos.
Es evidente que todos los profesionales de la salud estamos soportando en mayor o menor medida una presión emocional muy intensa derivada, en primer y fundamental lugar, de la agobiante y urgente sobrecarga asistencial.
Los psiquiatras, aunque aparentemente estamos en 2ª línea de combate por lo que respecta al tratamiento de los enfermos por COVID-9, realmente no es así, al tener que asistir cada vez con mas frecuencia a nuestros propios compañeros y a otros profesionales que están en vanguardia de esta pandemia vírica, ayudándoles a modular las reacciones desadaptativas que, lógicamente, se están produciendo.
Es obvio que el profesional sanitario está en riesgo permanente y elevado de contraer la enfermedad, máxime con la importante precariedad de los medios de protección que tienen que utilizar. Ello, además de originarles miedo a infectarse, les produce una angustia añadida ante la duda de poderlo transmitir a sus propias familias.
Todos los sanitarios con los que vamos entrando en contacto a través de la consulta online (https://bit.ly/2yu6a6z) que hemos montado para estos días, relatan una enorme dificultad para relacionarse con los enfermos de COVID-19 muy temerosos todos, lo que bloquea la relación interpersonal.
A la angustia que ya de por si les transmite el enfermo hay que unirle el malestar, desconsuelo y desazón que proyectan las familias, quienes deben seguir desde lejos no solo la evolución de la enfermedad, sino incluso ser también testigos distantes hasta de la propia muerte del ser querido.
Los profesionales de la salud, así como también profesionales de las fuerzas y cuerpos de seguridad que estoy atendiendo, presentan una mezcla compleja de emociones y sentimientos pasando de unos a otros en horas o días.
Así se entrecruzan el miedo, la impotencia, la frustración, con la culpa, la irritabilidad, la tristeza e incluso la anestesia emocional. A la vez nos relatan dificultades de concentración y memoria, pensamientos obsesivos, pesadillas, sensación de irrealidad, irritabilidad, oscilaciones del ánimo y cambios en la ingesta alimenticia.
No obstante, y mientras dure la fase álgida de la infección, la respuesta ante el intenso estrés agudo de estos primeros días estará bloqueando en parte la aparición de otros síntomas, sobre todo del espectro depresivo, que mas adelante brotaran en todo su esplendor.
En un intento de disminuir su sufrimiento y malestar, lo que les estoy proponiendo a todos los profesionales que llaman y consultan por sus problemas emocionales sería en líneas generales lo siguiente:
- QUE olviden la idea de que los sanitarios tienen que estar siempre disponibles y que las necesidades propias son secundarias.
- QUE tienen que comer, beber y dormir regularmente. El no hacerlo va a poner en riesgo su salud y también va a comprometer su capacidad para atender a los pacientes.
- QUE les conviene hacer alguna actividad no relacionada con el trabajo y que esta sea reconfortante, divertida o relajante. (escuchar música, leer un libro, practicar ejercicio o hablar con un amigo).
- QUE eviten sentirse culpables cuando se toman tiempo para divertirse mientras que otras personas están sufriendo.
- QUE tienen que entender que tomar un descanso adecuado derivará en una mejor atención a los pacientes.
- QUE es muy importante mantener los hábitos de ejercicio y planificar una rutina fuera del trabajo.
- QUE no son «omnipotentes» y que salvar la vida de los enfermos no esta siempre en sus manos.
- QUE es necesario que se permitan «pedir ayuda» humana y también pedir ayuda profesional.
- QUE la extrema urgencia pasará, que es temporal y que mas pronto que tarde volveremos a una situación compleja pero ya no crítica.
En cualquier caso, estamos ante una situación nueva, que nos ha cogido a todos por sorpresa y que muy probablemente va a suponer un antes y un después en nuestras vidas.
Habrá cambios importantes en las medidas higiénicas y por supuesto modificaciones en nuestra actitud personal. Es de esperar que hayamos entendido el mensaje y que el grave problema surgido llamado COVID-19 nos ayude a madurar emocionalmente y aumente nuestra escasa tolerancia a la frustración.
Dr. José Carlos Fuertes Rocañín es médico especialista en Psiquiatría. Académico y Profesor Universitario.