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DURANTE mis años más mozos me dediqué a recorrer nuestra Comunidad siguiendo el Camino de Santiago pero por ferrocarril, acumulando multitud de anécdotas en aquellos trenes nocturnos en los que el tiempo se detenía, se hacía elástico y las horas se alargaban hasta la desesperación. Solía tomar un tren de medianoche que venía de Miranda de Ebro, donde había reunido a los vagones que llegaban de Bilbao y los pasajeros ponían cara de fastidio por tener que volver a parar y a acomodar a más gente en los compartimentos. Miranda, igual que Venta de Baños y Monforte de Lemos son algunas de las paradas que más fastidiaban a quienes teníamos prisa por llegar a destino y tienen un gran papel en la historia ferroviaria del norte. En aquellos años no soñábamos siquiera que algún día nos pondrían un AVE para viajar rápidos como el viento, cómodos como emperadores y puntuales como suizos. Eran tiempos de retrasos, parones y aventura sobre raíles. Aún me desespero recordando cierto viaje a Galicia en el que tras cinco horas de periplo desde Burgos me encontraba en Venta de Baños, cinco horas después, a punto de coger mi segundo tren de la noche. Aún tuve que coger otros dos más para llegar a Santiago de Compostela con 7 horas de retraso. 

Así que puede decir que conocí las viejas estaciones de Venta de Baños, Astorga -donde se subía al tren una mujer a vender mantecadas- Ponferrada, Monforte, Orense, A Coruña o Santiago con mucha familiaridad, no así las poblaciones y a varias les debo visita. Son recuerdos de café de madrugada en la barra de un bar de estación, engullido como si fuera a perder el tren, de ir leyendo libros con una lamparita o sentado en el pasillo del vagón, de ronquidos ajenos y vaivenes del camino acunando al pasaje. Años después volví al viaje nocturno a Galicia, pero ya en un cómodo y moderno tren hotel. En una butaca gran clase, con tapones, antifaz y manta incluidos en el billete. Hasta una botella de agua me dieron. No podía creer el cambio que había dado el servicio. Por fin éramos europeos. No me extrañó que el vagón fuese lleno. Pues ese tren está en el filo del destino. Primero se anunció que desaparecería y se despertó la polémica en Ponferrada y Miranda y hasta la Junta se interesó por su viabilidad. Hoy se recula y se anuncia que cuando acabe la desescalada se recuperará este tren hotel. Pero no me engaño. El tren nocturno que une Barcelona con Galicia, pasando por nuestra tierra tiene los días contados. Los derroches de la alta velocidad y la falta de planificación acabarán con él. Y ya no sé como iré hasta Galicia en tren. Lo mismo tendré que bajar hasta Zamora para coger el AVE, si es que algún día llega a Burgos y se pone en marcha la alta velocidad gallega.