Jueces y puertas giratorias
LAS RECLAMACIONES presentadas en favor del coronel de los Cobos no han sido suficientes para dar marcha atrás a una destitución injusta. Este coronel conocido por sus declaraciones sobre los sucesos en el intento de secesión independentista en Cataluña, demostró largamente ante el TC lo merecido de su nombramiento.
Pero, en pago de los servicios prestados se le pone en la calle, de manera fulminante, por falta de confianza. Expresión práctica para marcar en un instante a quién, se quiere o no en un determinado puesto. Sabemos que la Guardia Civil, por su propia coyuntura asume una doble dependencia. Una civil y policial con el Ministerio del Interior y otra militar con el Ministerio de Defensa, con confianza sustentada en ambos ministerios.
La «presunta» falta de confianza la acreditó y firmó el ministro de Interior argumentando que, el coronel de los Cobos no quiso dar a conocer directamente a Interior los informes de los guardias civiles que estaban trabajando en labores de Policía Judicial a las órdenes de una juez de Instrucción. Ole sus pelotas. Quien le destituye, debería conocer perfectamente este tema ya que, fue juez y magistrado; quizá de los mejores en los años de democracia, pero que, lamentablemente, se ha vendido al poder establecido, olvidando que los cometidos de la Policía Judicial se regulan en una extensa normativa que va desde la Ley de Seguridad Ciudadana, hasta la Ley Orgánica del Poder Judicial o la Ley de Enjuiciamiento Criminal, sin olvidarnos que su marco constitucional es el artículo 126 de la Constitución, que da carta de recorrido a las actuaciones a esta policía en favor de jueces, magistrados o fiscales.
Ante las quejas recibidas, el ministro ha intentado comprar el sistema, subiendo el sueldo a los guardias civiles, que ya llevaban años solicitando equiparación con el resto de los policías autonómicos. Ejemplo, uno más, del ansia de poder y control que esgrime el gobierno en todas sus actuaciones y que aumenta la confrontación entre gobierno y ciudadanos.
El problema es que ha topado con el Benemérito Cuerpo. Aquel que tiene como lema «el honor es mi divisa» y que rinde pleitesía únicamente al pueblo que es quien le manda. La Guardia Civil ha recogido el guante y siguiendo una de sus máximas «paso corto, vista al frente y cara de mala leche», ha seguido a lo suyo, esperando el previsible recurso que el coronel presentará para preservar su derecho al honor.
El ministro se ha equivocado y no debe olvidar que la etapa de poder se acabará y, con toda seguridad, volverá a la carrera judicial, exigiendo a la Policía Judicial a sus órdenes, absoluta obediencia a sus instrucciones.